RITUAL ESCÉNICO SOBRE TEMAS DEL PUEBLO
Luz Arcas, de La Phármaco, presenta esta noche en el TEM valenciano ‘Toná’, obra hecha de recuerdos de infancia. Lee más…
Texto_REDACCIÓN Foto_TRISTÁN PÉREZ-MARTÍN
Madrid, 21 de enero de 2023
Luz Arcas, directora de La Phármaco, no deja de reinventarse. Su compañía lleva una línea clara siempre preocupada por asuntos como la mujer, el colonialismo, tradición versus modernidad o la apropiación cultural pero en cada nuevo título se ubica en un ángulo diferente. Si en Todas las santas, vista recientemente en el Teatro Arniches, se volcaba hacia lo teatral sin perder su estatus de coreógrafa, en Toná, que se verá esta noche en única función en el Teatre El Musical (TEM), de Valencia, evoca desde la danza los recuerdos de infancia en su Málaga natal, que se despertaron cuando volvió desde Madrid, donde vive y trabaja, para atender a su padre enfermo.
Vinieron a su mente las anécdotas, los miedos, las leyendas y las manifestaciones folclóricas que vivió de niña. El luto. La celebración de la muerte de los verdiales, herencia andaluza del prerromano, la figura legendaria de Trinidad Huertas, apodada La Valiente, una bailaora del siglo XIX que se hizo famosa por un número en el que hacía de torera, todo un atrevimiento para la época, la procesión marítima de La Virgen del Carmen cada 16 de julio y la fe del pueblo en los milagros...
De todos estos recuerdos está hecha Toná, que se hizo a partir de un laboratorio creativo para trabajar sobre la memoria compartida y los imaginarios populares junto a otras dos artistas malagueñas residentes en Madrid, la fotógrafa Virginia Rota y la violinista y compositora Luz Prado. El resultado es una mirada femenina de tres artistas del Madrid de hoy sobre un pasado compartido en una Andalucía de ayer, que fue devota, creyente, supersticiosa y folclórica.
“Como todo lo relacionado con el pueblo, esta memoria cultural está llena de problemas, sin duda, pero volver a ella, para ensuciarla, renombrarla, y así, vitalizarla, es un acto de libertad frente al totalitarismo cultural o cualquier intención neoliberal de imponer o capturar un sentido que solo esa colectividad puede administrar performativamente. También es un acto de resistencia contra el intento de nuestro sistema de desterrar y negar la enfermedad, la vejez y la muerte, que nos hace débiles cultural y espiritualmente y por lo tanto, dominables”, ha argumentado la creadora a propósito de Toná, ritual escénico sobre temas del pueblo.
