¿QUÉ HACE CHEVI MURADAY BAILANDO CON ESTA SEÑORA?
El director de Losdedae se une a la delirante performer Miss Beige en ‘Pas de deux’, dueto estrenado anoche en Cuarta Pared. Allí estuvimos y esto nos pareció…
Texto_OMAR KHAN
Madrid, 27 de octubre de 2021
Está hecha de contrastes. Danza y performance. Él baila como poseso todo el rato, ella apenas se mueve. Indistinta e intermitentemente suena Tchaikovsky y el recién fallecido Franco Battiato, con su Centro di gravitá permanente. Él llega a estar desnudo y ella jamás se quita su emblemático trajecito beige conservador ni suelta esa carterita aburguesada en la que guarda su (ya icónico) martillo. Ninguno de los dos baila ballet pero se pegan un paso a dos que es a un tiempo sencillo, ridículo, fascinante y lo mejor de la velada, una parodia (de las buenas) a los artificios y virtuosismo del ballet académico.
Ella, un poco borde y mala baba, escupiendo pipas y un pelín dominatrix, va siempre en actitud de qué hace este tipo bailando en mi performance, mientras que él todo el rato la mira con compasión como diciéndole pero qué estás haciendo tú en mi coreografía. Parece que no se entienden, pero el fin último tiene que ver con la convivencia posible de los que no son iguales. Mensaje sin duda edificante para los tiempos que corren.
Pas de deux se estrenó anoche en la Sala Cuarta Pared y el público, claramente ganado desde antes de entrar por ser fan de ella o de él, se entregó a conciencia constatando cómo de posible es el imposible encuentro entre Chevi Muraday, bailarín y coreógrafo de larga data al frente de su compañía Losdedae, y Miss Beige, el personaje que ha convertido a Ana Esmith en una codiciada performer, la misma que se pasea por la feria ARCO con una mochila de Glovo o se pavonea por las playas de Benidorm en verano sin quitarse el traje beige, emblemático uniforme de sus acciones.
La nueva creación es, a un mismo tiempo, poca y mucha cosa. Es poca por sus escasas pretensiones, que no van más allá de mostrar cualidades que ya conocemos de cada uno. Es mucha porque el encontronazo siendo tan inusual y en apariencia, difícil, termina rezumando originalidad y, sobre todo, gracia. La clave, sin duda, está en el humor.
Lo que más se mueve en el escenario es el cuerpo de Muraday pero lo que más atrae la atención es el magnetismo indudable de esa hierática señora de aspecto demodé, que debe ser la única con esas pintas que ha pisado la Cuarta Pared en la ya larga existencia de la histórica sala de la calle Ercilla. Pas de deux es un divertimento que divierte. Pasa volando y deja al público con ganas de más. Se presenta hasta hoy en el marco del Festival Surge Madrid, y vuelve a este mismo teatro los días 5 y 6 de noviembre.