ENCANTADORAS ASESINAS MEDIÁTICAS
Se ha estrenado en el Teatro Apolo, de Madrid, el revival de ‘Chicago, el musical’. Te contamos todo lo que deberías saber de este montaje, quintaesencia del estilo Bob Fosse…
Texto_OMAR KHAN
Madrid, 07 de octubre de 2023
I EL REVIVAL ESPAÑOL
La fidelidad a la producción original que aún se puede ver en Broadway destaca como el principal acierto del revival del musical Chicago, de Bob Fosse, que Som Produce acaba de estrenar en el Teatro Apolo, de Madrid. No es poca cosa, porque dificultades no le faltan a este montaje tan atípico como fascinante que, por decisión de su autor en su momento, se decanta por la austeridad y el predominio del negro, limita el espacio para bailar (la orquesta imponente lo ocupa casi todo), prescindiendo de cualquier aparataje escenográfico y concentra toda la espectacularidad, que la tiene, en los bailarines-actores-cantantes y muy especialmente, en su ejecución de las deslumbrantes coreografías, a un tiempo sexys e ingeniosas, virtuosas y narrativas, como fueron todas las suyas.
Así que antes de cualquier otra consideración justo es destacar el papel del colectivo en el montaje español, que demuestra comprender y asimilar en sus cuerpos las exigencias de este creador genio, que basaba su estilo, principalmente, en los pequeños gestos… esta mano con dedos que tintinean por aquí, aquel pie que se mece más allá… pequeños detalles que, todos juntos, configuran la indiscutible grandeza del todo. Desde allí nos cuenta, con humor del más negro, la macabra pero desternillante historia de dos asesinas, Roxie Hart y Velma Kelly, que han matado a sus respectivos amantes, y confabuladas con la prensa sensacionalista y aliadas con el abogado más tramposo y usurero de la ciudad, usan su inesperada fama para salir de la cárcel.
La catalana Silvia Álvarez, que ya había interpretado a la Anita de West Side Story, se impone como Roxie. Armada con su voz emocionante, su danza de precisión y su abanico gestual aborda los registros de un personaje poliédrico, que se balancea entre la ingenuidad y el cinismo, la maldad y la ternura. Se crece aún más cuando su contraparte, la cantante cubana Ela Ruiz, que viene de triunfar como la médium Oda Mae de Ghost, el musical, no consigue sacarle ni arrogancia ni maldad ni gracia a Velma, la otra asesina.
Del resto de secundarios, se coloca por encima la deslenguada Mama Morton, cantada con salero por Inma Cuevas. La orquesta, en su punto, bajo dirección de Andreu Gallén, termina de vestir este musical entretenido y cínico, que alcanza momentos memorables como el de la rueda de prensa o el emotivo solo de Roxie, sin duda el más brillante de Silvia Álvarez y quizá lo mejor de la velada.
II. ROXIE & VELMA
Cuando Bob Fosse, coreógrafo y director teatral en la cúspide del éxito, compró en 1975 los derechos del libro de Maurine Dallas, ya había sido dos veces película: una de Cecil B. De Mille en 1927, y otra llamada Roxie Hart, dirigida por William Wellman y protagonizada por Ginger Rogers, en 1942. Aunque también cineasta (es autor, entre tantas otras, de Cabaret y All that Jazz), Fosse la montó como delirante musical de Broadway y la reconvirtió además en la quintaesencia de su particular vocabulario coreográfico, hoy perfectamente reconocible.
Tuvo éxito entonces (unas mil representaciones) pero el verdadero boom llegó con la versión, igual de austera y muy fiel al original, que se estrenó en Nueva York en 1996, con coreografías “a la manera de Bob Fosse”, supervisadas por la bailarina Anne Reinkin, estrella y musa del coreógrafo, fallecido en 1987. Y así lleva 25 años (con interrupción pandémica, claro) como el segundo musical más visto en la ciudad de la manzana después de El fantasma de la Ópera. Es esa, justamente, la versión que tan fidedignamente hoy nos llega al madrileño Teatro Apolo, cuya espectacularidad descansa básicamente en lo coreográfico.
En 2002 la acertadísima versión cinematográfica de Rob Marshall, con Renée Zelleweger como Roxie y Catherine Zeta-Jones como Velma, se hizo con 13 nominaciones y seis Oscar, incluyendo Mejor Película, lo que insufló nueva vida y dio una popularidad universal a la historia de las dos criminales más famosas de todo Broadway y el West End londinense.
III. CULTO A LAS ASESINAS
Enfundado como entretenimiento de altísimo nivel, el musical Chicago, con auténtico sarcasmo, ensalza la corrupción, y se cuestiona la eficacia de la justicia y el sistema judicial, incluidos todos sus jueces y abogados, pero sobre todo expone la aberración que supone en nuestra sociedad ese fenómeno mediático que promociona el culto al asesino y construye un star system jerarquizado alrededor de criminales carismáticos, usualmente bellos. Se inspira en dos famosas asesinas reales del Chicago de los años 20, Beulah Annan que, a los 23 años, mató a su amante, y la cantante de cabaret Belva Gaetner, que se vio implicada en la muerte de su marido. Ambas terminaron presas pero convertidas en adoradas estrellas de gran popularidad, gracias a que acaparaban portadas a diario. De hecho, Annan fingió un embarazo para mantener su estatus mediático cuando empezaba a decaer.
La historia fue escrita, en 1924, como pieza teatral de éxito por la periodista del Chicago Tribune Maurine Dallas Watkins, a partir de la cobertura (tremendamente sensacionalista) que ella misma hacía para su periódico de estos y tantos otros crímenes de la ciudad.
Se escribió en los 20, se convirtió en musical en los 70, fue película en los 2000 y sigue teniendo más vigencia que nunca en lo que va de siglo, actualizándose y sofisticándose cada vez más a la luz de encantadores criminales mediáticos como O.J. Simpson y sin ir demasiado atrás ni lejos, nuestro Daniel Sancho. Muchas cosas han cambiado en estos cien años, pero el buen crimen, atractivo, morboso y sustancioso, ahora magnificado por las redes sociales… la verdad es que, como en Chicago, el musical, sigue gozando de una salud estupenda.