PEEPING TOM DA UN GIRO HACIA LA TEATRALIDAD
Danza no hay mucha, es la advertencia que dejó esta mañana Franck Chartier, en la presentación en los madrileños Teatros del Canal de S 62° 58′, W 60° 39′, su nueva creación, que también irá a Sevilla la próxima semana. Te lo contamos…
Texto_OMAR KHAN Fotos_SABINE GREPPO / PABLO LORENTE
Madrid, 05 de octubre de 2023
Las coordenadas S 62° 58′, W 60° 39′, que dan título a la nueva creación de la reputada compañía Peeping Tom, conducen a una isla en el Antártico que se llama Decepción. Allí sitúan un velero encallado en el hielo (paisaje nevado que recordará a los seguidores del colectivo belga aquella extraordinaria 32 Rue Vandenbranden, de 2009), en el que conviven y mal viven durante más de 600 días unos personajes que se desvelarán como los mismos intérpretes de Peeping Tom, en la obra que supone la celebración de los 20 años de la agrupación.
Danza no hay mucha, advertía en Teatros del Canal esta mañana su codirector, el francés Franck Chartier, que ésta vez en solitario, sin participación de su partner la argentina Gabriela Carrizo, ha puesto en pie esta nueva y, de alguna forma, diferente creación dominada por lo teatral, que se presentará en la Sala Roja del complejo madrileño hasta el próximo domingo 08 de octubre, pasando la semana que viene, los días 13 y 14, al Teatro Central de Sevilla. “Lo de isla Decepción puede que vaya también por el público, que podría decepcionarse con esta nueva creación porque no hay danza como tal. Veníamos de un tríptico de mucha danza [Tryptich: The Missing Door, The Hidden Floor y The Lost Room], y queríamos experimentar un giro. Hay mucho texto, es más teatral, y eso es porque hemos querido hablar de nuestros traumas”.
Relata que creyó propicio por el aniversario, esos veinte años de exitosa andadura, reflexionar sobre asuntos de actualidad que nos afectan como sociedad pero también sobre el artista que sacrifica aspectos importantes de su vida por estar cada noche ofreciendo una función. “La obra comienza con un padre que mata a su hijo porque creemos que a lo mejor necesitamos reconsiderar el papel del padre o redefinir la masculinidad en nuestra sociedad. Y en esa misma línea, intentamos plantearnos cuál es el motor de un artista. Para mí, por ejemplo, era el recuerdo de cuando vi a mi padre abofetear a mi madre”.
Con ese punto de partida, quiso hacer partícipes a los intérpretes, así que les preguntó por su momento más traumático. “Fue sorprendente comprobar cómo uno relató que su hermana murió en sus brazos, sin soltar ni una lágrima, y otro contó que no pudo estar presente en el momento que nació su hija, y se pasó una hora llorando. Quería que la pieza tuviera también esta parte documental y testimonial. Ha sido duro pero lo hemos hecho de la forma más honesta posible”.
Aislados
Es así como coexisten en S 62° 58′, W 60° 39′ una línea de ficción con una situación de asilamiento y claustrofobia típicamente Peeping Tom, y otra que gana terreno, en la que los intérpretes, entre los que se encuentra el bailarín español Chey Jurado debutando en la agrupación, se reconocen a sí mismos como los actores y bailarines de una obra de Franck Chartier (en la foto junto a Blanca Li, directora de Teatros del Canal, esta mañana). “Hemos querido hablar de nosotros, hacernos preguntas sobre qué es el teatro, de dónde sale esta energía, cómo transformamos el espacio negro de un escenario vacío en un paisaje nevado con un barco encallado en el hielo. Hay una ficción pero al mismo tiempo nos pareció relevante destacar lo que pasa cuando llega el fin de la carrera de un actor, de un bailarín…”
Al ser preguntado si aquel barco atascado en el hielo no sería también la metáfora de un estancamiento creativo, titubea. “Quizá, no lo sé… en cualquier caso, la imagen del velero encallado en principio lo que quería representar era a esos actores y bailarines de entre 40 y 60 años que han visto su carrera terminada sin poder hacer nada. Yo mismo tengo 56 años, queríamos hablar del ¿ahora qué? que sobreviene al llegar el final de tu carrera”.
Tampoco sabe a ciencia cierta si este giro radical hacia el teatro de texto marcará el camino de nuevas producciones. “Nos gusta plantearnos desafíos y hacer cosas nuevas, pero ahora mismo no tengo ni idea de cuál será el próximo proyecto. Trabajar la dramaturgia conjuntamente con los intérpretes a lo mejor supone una nueva manera que podría ser interesante”, vaticina.
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