DELTEBRE DANSA YA ES MAYOR DE EDAD
Después de dos semanas de intensa actividad, el Festival Deltebre Dansa clausura hoy su decimoctava edición, consolidándose como un referente de la danza nacional. Hacemos un repaso de lo ocurrido en esta última edición...
Texto_JUDIT GALLART Fotos_SABINA COLOMÉ
Deltebre, 16 de julio de 2023
Tras una celebración por todo lo alto de su mayoría de edad, el Festival Deltebre Dansa cierra hoy su decimoctava edición contando con un total de 8100 espectadores y 305 participantes profesionales provenientes de 48 países distintos que se han desplazado hasta el Delta del Ebro para vivir una experiencia única centrada en el movimiento bajo el lema “Movement matters”.
“Hay demasiados festivales que no tienen suficiente baile y entonces ¿qué significa bailar? Lo especial de este lugar y lo que me encanta de él es que no se trata de ideas, sino de movimiento, de la alegría pura que nos permite volver a enamorarnos del movimiento”, afirmaba el coreógrafo británico Akram Khan que ha contado con un itinerario propio en esta última edición. Los días en Deltebre son largos, y es que los participantes cuentan con seis horas de formación diarias que este año han sido brindadas por un total de 19 profesores reconocidos internacionalmente como Win Vandekeybus (Bélgica), Lali Ayguadé (Barcelona), Rakesh Sukesh (India) o el mismo Khan.
Después de una larga jornada, los participantes se reunían cada noche en la carpa de circo ubicada a orillas del río Ebro que este año ha acogido un total de 28 espectáculos de alta calidad ofrecidos por artistas de la talla de Pau Arán, Patricia Guerrero, Chey Jurado (en la foto) o Maura Morales. Entre medias se intercalan actividades que ya conforman el sello personal del festival como las improvisaciones en los arrozales que envuelven el territorio de Deltebre o la Open Night Stage en la que el escenario permanece abierto invitando a la improvisación y a la exaltación del baile más urbano.
Detrás de esta cita estival se encuentra su fundador y director Roberto Oliván como principal impulsor del Festival. “Yo no tengo familia, no tengo hijos, mi vida la he volcado totalmente en la danza. Es lo único que tengo y por ello le pongo todo lo que pueda sentir, todo el cariño, toda la profesionalidad, el amor y el deseo de luchar por ello”, nos confesaba.
Trabajando por la inclusión social y el intercambio cultural a través de las artes con propuestas que incorporan la creación artística invitando a diversos colectivos y personas en riesgo de exclusión, el festival sitúa también el foco en la proyección del territorio apostando por la descentralización cultural en su intento por generar un circuito escénico en espacios naturales. “A mí la naturaleza me ha dado mucha fuerza para entender la vida de esa manera, más a nivel orgánico. Me he criado en la naturaleza, pero también he vivido en grandes ciudades y no es lo mismo. Por ello intento aportar esa visión particular de cómo veo el arte conectado con nuestra vida, a lo que sentimos al ritmo natural que deberíamos tener, a esa proporción a escala humana con el tiempo que toca”, concluye Oliván.