SETENTA
Ahí sigue, creando y bailando. Carmen Werner cumple 70 años y lo celebrará esta semana estrenando ‘1953’ en el Festival Madrid en Danza. De la pieza no nos ha dicho mucho pero le hemos puesto a repasar una vida en danza…
Texto_OMAR KHAN
Madrid, 21 de mayo de 2023
“Estoy muy contenta con mi vida. He apostado por un ideal, y desde mi punto de vista y dentro de mi ámbito, creo que lo he conseguido. He hecho más de setenta piezas no solo para mí y mi compañía sino para muchas otras, de España y de fuera. Ahora mismo disfruto solo con pensar que esta semana estreno una nueva. Se llama 1953 [23 y 24 de mayo, en la Sala Cuarta Pared, dentro del Festival Madrid en Danza] y el punto de partida ha sido la película Harold & Maude [Hal Ashby, 1971]. Lo que pasa es que de esta pieza no te quiero decir nada, solo que es algo que nadie se espera, que tiene humor y que aunque supone la celebración de mi setenta cumpleaños, no va ni sobre mi vida ni sobre mi trabajo. Ahí dejo la incógnita.
Pero sí te puedo decir que mis coreografías siempre van sobre la vida. A mí me preocupa lo que pasa en la vida. Siempre he empezado mis piezas desde un libro, una película, un cuadro, una noticia… a partir de allí, lo adapto a mi danza y a la vida, al momento que vivimos. Siempre ha sido así y es lo que me gusta… ¿sabes?
De Edward Hopper, un pintor que me flipa, he hecho tres piezas inspiradas en sus cuadros: El privilegio de morir, El abrazo y no me acuerdo cuál otra… El año pasado me impactó un tratado filosófico sobre la estupidez humana y monté Un momento oportuno. La del año que viene, que ya la estoy trabajando, la haré desde otro tratado filosófico que habla de la caricia y la locura”.
La génesis…
“Yo es que empecé en esto mucho antes de los 36 años oficiales que lleva la compañía activa. Estudié Educación Física y eso era lo que hacía en un colegio. Allí, con un grupo de estudiantes, empecé a hacer coreografías y enseñarles a bailar. Esto podría ser el año 71, lo tengo por ahí apuntado, el caso es que por aquel entonces yo estaba estudiando clásico, Graham, Cunningham, Limón… y los viernes, que era el día de actividades extraescolares, hacíamos danza, porque el resto del tiempo daba clases de educación física por las mañanas y entrenaba a los equipos de voleibol o baloncesto.
Un día nos reunimos todos para ponerle nombre a la compañía y empezaron a salir nombres horrorosos. Ya cansados dijimos ‘bueno, le ponemos uno provisional y luego lo cambiamos’. Y se quedó Provisional. Provisional Danza. ¿El nombre de la primera coreografía? Eso sí que no me acuerdo…
Entonces me presenté al Certamen Coreográfico de Madrid, que iba ya por la tercera o cuarta edición… llevé una pieza que bailaba con uno de mis bailarines, Rafael Pardillo, que ahora está en Francia, y a su vez, yo bailaba en una pieza que él también presentaba. Al año siguiente bailé para otro de mis intérpretes, Félix Lozano. Siempre quedamos finalistas, pero nunca ganamos. Me presenté muchas más veces pero nunca lo gané, hasta que un año me dije ‘¿y para qué?’, y ya no fui más. La cuestión es que a partir de entonces, empecé a crear una, dos y hasta tres piezas por año. La Sala Olimpia empezó a contratarme hasta que cerró. Irreverente quietud fue la última pieza que bailamos allí”.
La conquista de las Américas
“Lo del extranjero fue casualidad. Alguien que me llevaba la distribución me presentó a un programador colombiano que nos llevó en 1996 al Festival de Barranquilla, con Coraje Escena 13, una de las piezas que habíamos hecho para la Olimpia, vinieron muchos programadores y se empezó a mover aquello. No fue algo que busqué explícitamente pero a partir de allí fue un chorro: México entero, de arriba a abajo, Sudamérica completa, Centroamérica y Norteamérica. Y sigue. Acabo de llegar de Colombia y me voy a Santo Domingo.
Lo que pasa es que ahora cuando voy de gira, ya no quiero ir a hoteles, yo quiero ir a apartamentos, porque me permite hacer mi vida. Yo fumo, ya sabes, me gusta comer cuando me sale de las narices y no a la hora del desayuno impuesta. Me voy al supermercado, me compro mis cosas. Estoy en el apartamento y cuando quiero me bebo una cerveza, un vino, me hago mi café...”
Firma propia
“Crear es algo que me sigue siendo difícil pero es lo divertido, me da igual, me lo paso muy bien. Yo tengo una firma. No es que me repita, es mi forma de crear y siempre intento no repetir materiales. Cuando alguno de los bailarines me dice ‘me parece que esto ya lo hemos hecho’, voy y lo descarto. Pero la escritura es la mía, y no puede ser la de cualquier otro. Es verdad que tengo una manera de moverme determinada. Dani [Abreu] siempre me dice que me muevo mucho de torso y brazos pero de piernas poco. Yo considero que me muevo un montón de piernas pero no igual que Dani, que mueve las piernas de de otra manera, pero esa es la escritura de él. Yo tengo la mía.
Sí es verdad que en los procesos respeto la forma de bailar de cada uno, pero se trata de que entren en mi código. Que salten no me preocupa o que haya un developé, vale, pero no que me hagan la clase de ballet… allí les digo ‘perdona pero eso no me gusta’, porque no entra dentro de mi vocabulario. Y no odio el clásico, para nada, pero tengo un código.
Muchísima gente ha pasado por Provisional Danza. Mucha. Grandes bailarines… Vicky Pérez, Janet Novás, Laura Cuxart, Oscar Lozano, tantos otros. Recuerdo perfectamente cuando Daniel Abreu, con unos 21 años, vino a hacer audición. Hizo la clase, muy bien, y luego la propuesta de improvisación, también fantástica, y después se sentó y se tapó la cara, como escondiéndose. Era muy tímido, y yo lo abracé y le dije ‘pero no seas bobo, anda, vete y mañana empiezas’. Me dio la risa. Y hoy Dani es la bomba. Es mi amigo pero no lo digo porque lo sea.
¿Sabes lo que pasa? Yo siempre he sido muy tímida, ahora no tanto. Y yo a los tímidos les leo la magia. Es gente que no quiere demostrar nada. Los que se han presentado a una audición y no les han cogido, son los que más miro porque allí siempre hay algo. Es muy fuerte, no sé cómo explicarlo…”
