HOFESH SHECHTER: MASACRE
El celebrado creador israelí viene a matar con su compañía británica, que presenta ‘Double Murder’ esta semana en el Festival Madrid en Danza y en junio, en el Teatro Arriaga. De crímenes, payasos y danza hablamos con él. Léelo…
Texto_BEGOÑA DONAT Fotos_TODD MCDONALD
Madrid, 15 de mayo de 2023
Hofesh Shechter (Jerusalén, 1975) tiene programado un doble asesinato en España. Lo perpetrará esta semana, del 18 al 20 de mayo, en los Teatros del Canal de Madrid, en el marco del Festival Madrid en Danza, y los días 02 y 03 de junio, en el Teatro Arriaga, de Bilbao. El coreógrafo israelí ha preparado una velada bajo el título Double Murder en la que la violencia, marca de la casa, se contrarresta con un abrazo final de la audiencia. El programa arrancará con Clowns, una pieza originalmente creada para el Nederlands Dans Theater (NDT) de Países Bajos, que subraya nuestra creciente indiferencia ante la crueldad y la agresión física, y finalizará con The Fix, una propuesta amable que busca reconfortar tras el trauma compartido en la pandemia.
Posicionado como uno de los más exitosos coreógrafos británicos, con cientos de fans y seguidores en el mundo, Schechter es otro de los talentos salidos de la Batsheva Dance Company, de Tel Aviv, y compagina la danza con la música (es percusionista, creador de las bandas sonoras de todas sus piezas) y, más recientemente también actor, en el reciente filme Un paso adelante, de Cédric Klapisch, en el que además, ha retomado para el cine su más sonado éxito Political Mother (2010).
Quiero empezar preguntándole lo que usted mismo le plantea al público que venga a ver Double Murder ¿cuán lejos iría en nombre del entretenimiento?
Oh… no demasiado. Lo que me interesa es la pregunta en sí. Estamos obsesionados con satisfacer a los espectadores, con tratar de mantener su atención. Del mismo modo, las redes sociales y los bots que operan en ellas solo nos dan lo que queremos, como si fuéramos niños. Esta cuestión me genera incógnitas: ¿cómo averiguamos lo que le gusta a la audiencia de manera natural?, ¿por qué nos atraen determinados contenidos?, ¿por qué algo es interesante?, ¿qué nos lleva a sentirnos cautivados por temas dramáticos y horribles y a considerarlos entretenimiento?, ¿de dónde surge la atracción de los seres humanos por la violencia?
¿Qué descubrió sobre su propia fascinación por la violencia al desarrollar Clowns?
Al empezar el proceso de creación decidí poner en escena asesinatos teatralizados y ver qué ocurría. Me resultó divertido de una manera muy infantil, porque estábamos haciendo el payaso. Cada vez nos fuimos poniendo más creativos en las formas de matar a la gente. Lo íbamos haciendo al unísono, en duetos, hasta montar una gran sección en la que mucha gente se asesinaba entre sí. Hay algo muy extraño en todo esto, porque es entretenido, pero luego, lentamente, empieza a volverse inquietante por la cantidad de emociones que despierta, desde vivirlo como algo gracioso hasta encontrarlo grotesco u horrible. Lo que me despierta curiosidad es toda esa confusión.
¿Ha llegado ya a una conclusión sobre cuál es el origen de la sensación macabra y de malestar que nos transmiten los payasos?
Su origen está en las cortes de los reyes. Hay un elemento oscuro y problemático en su manera de vestir y en su manera de ser, pero es interesante pensar que eran los más libres para decirle al monarca la verdad. En mi espectáculo, los reyes y las reinas son los espectadores, y los intérpretes, sus bufones, que bajo las máscaras y el humor, son capaces de decirle al rey que estaba comiendo demasiado y mantener la cabeza intacta sobre los hombros.
¿Se podría decir que esta reflexión conecta con los límites del humor en nuestros días?
Vivimos una época muy sensible, en la que solo los cómicos son capaces de expresarse libremente, porque su función es cuestionar la cultura y ser honestos. Parte del interés en los payasos está en que pueden ser realmente vulgares, agresivos y estúpidos, pero en el fondo están jugando con nosotros y actúan como un espejo perturbador de lo que somos.
La pieza tiene una cualidad muy cinematográfica y, de hecho, fue desarrollada como un corto para la BBC. ¿Cómo alimenta el séptimo arte sus coreografías?
De niño adoraba el cine, mucho más incluso que la danza. Así que cuando finalmente recalé en el mundo del movimiento me planteé usar herramientas del audiovisual tan poderosas como la edición -en el sentido de cómo opera con el tiempo dentro de la película- y la apliqué a la danza contemporánea para hacerla más emocionante, poderosa e interesante. Soy partidario de tomar prestado de otras formas artísticas y aprender de ellas sin vergüenza.
The Fix, en contraste, es una llamada a la esperanza. ¿En qué medida se ha filtrado en su creación el estupor que nos provocó la pandemia?
Extrañamente, no lo hizo, porque estuve trabajando en ella justo antes del COVID. La idea de los abrazos surgió antes, así que no está conectada, pero la crisis sanitaria le ha dado un significado añadido. En The Fix hay un colapso interior, pero no es violenta, sino todo lo contrario. Es un ángulo que quería incorporar a esta velada, porque Clowns es una bofetada y un punto de vista funesto de la humanidad. The Fix, en cambio, desencadena la energía de la esperanza y este sentimiento gratificante es algo que la gente estaba buscando, yo incluido, así que he querido que la audiencia se siente y experimente un sentimiento de comunidad.
En sus piezas no solo se hace cargo de la coreografía y de la dirección, sino también de la banda sonora. ¿Qué peso tiene su pasado como batería en el proceso creativo?
La percusión y, por extensión, la música, se han convertido en gran parte de mi trabajo. Empecé como bailarín, pero un día me inicié en la percusión y descubrí que abría ciertas puertas en mi cuerpo. En primer lugar porque cuando tocas la batería, empleas todo tu cuerpo en coordinación. De repente sentí que movía mis brazos y mis piernas a la vez. Eso me hizo ser mejor bailarín. Y en segundo lugar, porque al tocar trabajas en la división del tiempo y en la organización básica del ritmo, y eso tuvo un efecto enorme en la forma en la que estructuro el trabajo. También hay algo que me gusta en la repetición, porque actúa como un mantra. En Clowns, por ejemplo, los bailarines entran en una especie de trance, donde los ritmos y los golpes se suceden sin pausa, como los asesinatos en el escenario, pero entras en un estado mental diferente que me encanta. Lo cierto es que no puedo decir exactamente cómo cada experiencia en mi vida ha afectado exactamente mi trabajo, todo está mezclado.
