MACROBOTELLÓN
El Festival Dansa Metropolitana estrena en Barcelona ‘Crowd’, de Giséle Vienne, que este fin de semana desplegará su rave delirante en el Mercat de les Flors. Lee más...
Texto_ALBA ANZOLA Foto_ESTELLE HANANIA
Madrid, 15 de marzo de 2023
Crowd es una aproximación con lupa a los desvaríos de la fiesta, una radiografía incisiva de nuestro lado más primitivo, usualmente contenido y controlado que, con la licencia legal que da la fiesta, se libera en la rave y procura estos desmadres colectivos donde la razón, la lógica y la conciencia quedan voluntariamente suprimidas. Hay algo de ritual, bastante de bacanal y un poco de aquelarre siniestro en esta fiesta urbana y contemporánea que, por momentos, parece más bien ancestral y primitiva.
Giséle Vienne, destacada coreógrafa, directora de escena y artista plástica franco-austríaca, la estrenó en 2017 y se apuntó el gran éxito de su trayectoria hasta ahora. No ha parado de representarse por el mundo. Sevilla primero, Madrid más tarde y ahora Barcelona, que la ha programado en el Mercat de les Flors, de Barcelona, desde mañana y hasta el domingo 19, en el marco del Festival Dansa Mteropolitana.
Viendo Crowd no es difícil deducir que su autora vivió personalmente noches desenfrenadas de rave como que las que escenifica. Pero estudió filosofía y antropología por lo que tenía una visión racional de lo que le ocurría a la gente en esas fiestas improvisadas en hangares y descampados en el Berlín de los años noventa. Si hay un denominador común en la ya larga lista de obras que ha creado es su obsesión por retratar desde distintos puntos de vista los comportamientos humanos en situaciones extremas. Su nueva creación, This is how you will dissapear, estrenada a principios de año en el Teatro Chaillot de París, no es excepción.
La escena de Crowd clona un descampado urbano de tierra lleno de basura en el que un nutrido grupo de jóvenes celebra un botellón en una sesión rave con música de éxtasis, compuesta por KTL, que les lleva al desenfreno y la locura danzante. Una calculada y medida cámara lenta corporal contrasta con la velocidad galopante y machacona de la música fiestera. Los ritmos y tempos de la coreografía van variando a lo largo de su desarrollo. La coreógrafa fracciona el movimiento de sus quince insólitos intérpretes (entre los que se encuentra la también creadora catalana Núria Guiu), que crean una dinámica visual de alta potencia. Experimenta también con el congelado, usualmente de todo el equipo, salvo momentos en que un único bailarín sigue frenético.
Todo se quedaría en un deslumbrante y virtuoso ejercicio de control corporal con sus ritmos a destiempo, y estaría bien, pero va más allá. Y allí reside su auténtico mérito. La cámara súper lenta de los cuerpos permite al espectador hacer un zoom detallado sobre el comportamiento tribal de la masa hasta obtener una nítida instantánea de cada individuo: la violencia que surge en estos estados de hipnosis colectiva o la liberación del pudor que sincera la libido y da licencia al homoerotismo y el sexo desenfadado.
Las persistentes imágenes congeladas ofrecen una diapositiva del desenfreno y el desmadre, como si fueran cientos de fotos de multitudes bailando en un concierto, esas capaces de transmitir toda la locura, la acción y la liberación que supone la bacanal, un conglomerado de gente reunida con el fin último de liberarse, entregarse, probablemente beber o drogarse, pero sobre todo, bailar.
