VUELVE ‘SUTRA’
Esta noche, en el Gran Teatro de Ginebra, Sidi Larbi Cherkaoui reestrena su exitosa coreografía espectacular en homenaje al Kung-Fú protagonizada por 17 nuevos Monjes del Templo Shaolín, otra vez transmutados en bailarines. Te lo contamos…
Texto_REDACCIÓN Foto_ANDRE LANTHIER
Madrid, 16 de febrero de 2023
Coinciden el cineasta norteamericano Quentin Tarantino y el coreógrafo belga Sidi Larbi Cherkaoui no solamente en haber sido devotos de Bruce Lee, el Kung-fú y en general, las artes marciales, sino en haberlas llevado a su propio terreno en sus respectivas creaciones. Si Kill Bill fue homenaje cinematográfico de pura nostalgia por esta fiebre oriental de los setenta, Sutra es poética aproximación coreográfica protagonizada por los mismísimos Monjes del Templo Shaolin. La estrenó Larbi en el Sadler’s Wells de Londres, en 2007, en el que fue preámbulo a una gira internacional espectacular que sedujo a las audiencias allí donde llegó. En nuestro país la estrenó el Festival Grec, de Barcelona, el Festival de Otoño, de Madrid, y giró entre otros, por teatros de Bilbao o Gijón, siempre con éxito. Ahora, desde esta noche y hasta el próximo domingo, Sutra vuelve quince años más tarde al Gran Teatro de Ginebra, en Suiza, donde el coreógrafo belga es novísimo director artístico del Ballet, agrupación que hace apenas semanas estuvo en el Teatro Arriaga, de Bilbao.
Obsesionado con el kung-fu, Sidi Larbi Cherkaoui se fue a China, en 2006, directamente al templo de entrenamiento de los mismísimos y originales Monjes Shaolin y una vez allí, convenció a estos estrictos devotos de las artes marciales para que participaran en la propuesta coreográfica. Es así como 17 monjes chinos, un niño incluido, y él mismo como protagonista, estrenaron esta pieza de enorme éxito que usa los esquemas de defensa personal como técnica de danza estilizada. Imprescindible la escenografía del artista plástico Antony Gormley, que ideó una caja de madera para cada uno de los monjes, que puede ser ataúd, nicho o pétalo de una enorme flor de loto, y da juego a esta coreografía sobre la construcción, la destrucción y el poder de transformación de las cosas.
La disciplina, destreza, habilidades y proezas físicas de este conjunto excepcional que no se dedica a la danza, es uno de los mayores atractivos de la creación pero también la innovadora y estilizada puesta en escena.
La idea de la reposición venía rondando su cabeza desde hacía tiempo. La emergencia por el covid, con China en el punto de mira, interrumpió largamente los planes del reestreno, que pasaba necesariamente por entrenar desde cero a una nueva generación de monjes. Superados los obstáculos, la función de estreno esta noche en Ginebra se espera sea preámbulo a una nueva gira internacional, y no es descartable que la pieza vuelva a nuestro país.