RUGE OLGA PERICET EN CONDEDUQUE
Llega esta semana la creadora cordobesa a Madrid con ‘La Leona’, su homenaje a la guitarra española. Quisimos saber sus motivaciones y esto nos ha contado…
Texto_OMAR KHAN Fotos_PACO VILLALTA
Madrid, 07 de febrero de 2023
Aunque la fiereza de Olga Pericet (Córdoba, 1975) como intérprete no es descartable, el origen del título de su nuevo espectáculo La Leona hace referencia al apodo que se le dio en su momento al primer prototipo de guitarra española. La construyó el lutier almeriense Antonio de Torres en 1856 y aunque ni de lejos es simplemente la historia de una guitarra, sobre esta idea de los orígenes va la propuesta, que esta semana, del 09 al 11 de febrero, se podrá ver en el Centro Condeduque de Madrid, después de su triunfo en la pasada edición de la Bienal de Flamenco de Sevilla. El punto de partida fue una conversación con el experimentado investigador y flamencólogo Norberto Torres, toda una autoridad.
“Hablamos mucho sobre la guitarra y surgió La Leona”, nos relata Pericet. “Hablamos de la esencia, de los orígenes, de lo salvaje, y empecé entonces a investigar y sacar material sobre cómo y cuándo se produjo. Los orígenes del flamenco son muy dudosos, nos llega mezclado de impurezas: lo sagrado, lo pagano, lo andaluz, lo gitano, lo medieval… y en el baile está lo femenino y esa dualidad, esa doble moral que suponía el baile cortesano, muy cercano a la Escuela Bolera y lo afrancesado, en contraposición al de esa otra mujer erótica, pagana, prostituta y animal”.
Todas estas formas se desvelan en La Leona. Olga Pericet entra y sale de escena cada vez con una nueva sugerencia, en idas y venidas de apariencia inconexa que, en su conjunto, proponen un viaje, una ruta que habla del pasado y los orígenes pero se desarrolla desde el presente, desde una forma viva y actual. “Aquí me dije ‘me voy a un espacio vivo y sin mucha pretensión, me voy a permitir lo que me de la gana’”, confiesa. “La dificultad de esta pieza está en la simplicidad. No quería definirla, quería un formato sucio, de alguna manera feo como aquel prototipo, hablamos de una maqueta de guitarra que fue de cartón, que no iba a sonar y cuando sonó las cuerdas eran tripas. Quería poner a prueba a La Leona desde mi cuerpo, que se convierte en muchas cosas”.
Un cuerpo transmutable y femenino, que su dueña no define como el de bailaora, inclinándose más por el de bailarina, que es a lo mejor más amplio y más libre, que encaja mejor con el flamenco performativo que ha venido practicando desde sus inicios como creadora en 2004. “Mi trabajo siempre ha girado alrededor de la mujer, no me engancho a la moda. Soy un cuerpo de mujer y el peso escénico lo llevo yo. Y es que el de la mujer es un tema que me toca mucho y quería esa reivindicación en mi trabajo pero también La Leona es un instrumento. No es femenino ni masculino. Así que aquí me gustaba lo neutro para el baile, esa idea de que tu instrumento es tu cuerpo y tu cuerpo eres tú”.
Evolución
La trayectoria ya larga de Olga Pericet, podría decirse, es la de su propio cuerpo. Los unipersonales han sido el eje de una carrera consecuente aunque hoy confiesa el deseo de trabajar con más gente, crear para otros, tras experiencias que ha disfrutado mucho en coreografías de encargo como Rebelión, su adaptación de Orwell para la compañía valenciana Marea Danza, hace dos años y aún girando. De hecho, La Leona es la primera de una trilogía, cuya segunda parte, independiente pero conectada, verá la luz el próximo otoño en Cataluña, ésta vez en compañía del coreógrafo y bailarín Daniel Abreu. “Yo veo una evolución pero siempre reivindicando mi identidad, estando donde quiero estar”, asegura.
Mucho ha cambiado como intérprete, como mujer y como persona desde que inició la aventura creativa con Bolero. Cartas de Amor y Desamor (2004) y la muy significativa Chanta La Mui al año siguiente, que la colocó en la órbita de una entonces incipiente innovación flamenca. Pero en todo este tiempo, también es mucho lo que el flamenco ha cambiado y evolucionado, diversificándose de una forma inimaginable. El Nuevo Flamenco ya no es tan nuevo ni tan homogéneo. Y muchas veces, esto se olvida. Al menos así lo siente lo ella.
“Yo soy flamenca contemporánea porque estoy situada en ese tiempo en el que todo esto surgió. Pero ahora que se reconoce perfectamente lo que es el Flamenco Contemporáneo yo no lo veo en mi obra, no me identifica. No planteo una ruptura con lo ortodoxo ni me voy a las vanguardias. No he tenido nunca intención de provocar ni me he radicalizado. Soy difícil de ubicar, es verdad, estoy en otro lado. Pero es que ya somos dos o tres generaciones, el flamenco se ha ampliado y muchos ya no encajamos en esas definiciones de ‘valentía’ y ´libertad’ en las que nos siguen encasillando”, concluye.
