ROMEO DEBE MORIR
Fueron bailarines y novios. Terminaron fatal. Ella se hizo actriz y él cineasta. Ahora, Giovanni Bucchieri hace exorcismo en su nueva película ‘100 seasons’, que acaba de presentar en el Festival de Rotterdam. Te lo contamos...
Texto_BEGOÑA DONAT
Rotterdam, 06 de febrero de 2023
Giovanni Bucchieri (Linköping, Suecia, 1973) fue un gran bailarín del Ballet Real de Suecia y del Cullberg Ballet, donde dio vida a no pocos héroes y príncipes, entre otros, el de La Bella Durmiente y Romeo. Intérprete fetiche de Pontus Lidberg, protagonizó dos de sus películas coreográficas, Rain (2008) y Labyrinth Within (2011), junto a la estrella del New York City Ballet Wendy Whelan.
En la veintena, compartió escenario y vida con Louise Peterhoff, bailarina hoy reciclada en actriz a la que los apasionados del terror recordarán por su papel en Midsommar (Ari Aster, 2019) y el periódico británico The Telegraph señaló como la nueva reina del thriller escandinavo. Los cuatro años de amor compartido a la danza y entre ellos quedaron documentados en un centenar de horas de video, que ahora se entretejen en 100 seasons, el estreno como director de cine de Bucchieri.
La propuesta es un melodrama existencial que ha impresionado en el Festival de Rotterdam, donde concursaba en la Sección Oficial. El bailarín y coreógrafo retirado ha convencido a su primer amor para enrolarse en esta autoficción que combina sus vidas reales y la trama trágica y tierna que el cineasta debutante ha urdido.
Como el protagonista de su debut, Giovanni sufre de trastorno bipolar, pero a diferencia de su alter ego, que oye voces y tiene visiones, él comparte con susyQ cómo la medicación le permite una vida funcional. La ruptura con Peterhoff no fue en buenos términos, pero una madrugada de borrachera, cuando ella ya tenía una carrera como actriz, dos hijos y un marido, el hoy realizador la llamó por teléfono para revelarle que había decidido contar su historia de amor en una película. Cinco años después, su productor se puso en contacto con ella para preguntarle si se sumaba al proyecto. La respuesta fue positiva. A partir de ahí, se sentaron a revisar la colección de videos caseros para decidir que escenas se integrarían en el largometraje.
“100 seasons ha sido una manera de emerger de una etapa dura de adicción al alcohol, ingesta de drogas y tendencias suicidas. Quería decirle adiós a ese periodo de mi juventud, mirar a los ojos a las personas que estuvieron en mi vida y zanjar nuestras relaciones verbalizando mi afecto, morir en pantalla porque ya no tengo ganas de hacerlo en la vida”, comparte, con la candidez y honestidad que caracteriza a su ópera prima.
Sus protagonistas son un músico que revive los días embriagadores como estrella de la danza a través de una colección de grabaciones que proyecta en su pared y una coreógrafa que está ensayando su propia producción de la que considera la peor obra de Shakespeare, Romeo y Julieta. El drama no le es ajeno a Bucchieri.
Amor a los 17
“Cuando era joven pensaba que esta historia era muy dramática y romántica. Me convencí de que cuando estás enamorado a los 17 años, tienes que morir, porque si no, no es amor verdadero. Así que es algo que he trasladado a la película, Giovanni tiene que morir porque sus sentimientos son puros”, argumenta, destripando el final.
El artista multidisciplinar afirma que Lidberg y Mats Ek están entre sus principales referentes. El ya exdirector artístico del Danish Dance Theatre en Copenhague (ha tomado su cargo la valenciana Marina Mascarell) se encuentra entre sus mejores amigos y le inspira por su genialidad al hacer películas, “porque el cine es el arte total, ya que contiene todas las formas artísticas, tanto la música, como la edición, la fotografía, la escenografía y la dirección de actores”, enumera.
Del antiguo líder del Cullberg Ballet, Giovanni admira su humanidad. “Hay directores capullos que ni siquiera se saben los nombres de las personas con las que trabajan, pero Mats es una persona respetuosa, que conoce a todos los miembros de su equipo”. La mujer de Ek, la bailarina española Ana Laguna, protagonizó, precisamente, un corto de Bucchieri de 2017 titulado Juliet, Juliet and Juliet.
También se mira en el trabajo de artistas de otras disciplinas, como Prince, Kate Bush y David Bowie, en el hip hop de Wu-Tang y la música barroca de Bach, “y películas tanto de autor, caso de Andréi Tarkovski, como grandes producciones, incluso las de Marvel, ya que no hay que ser esnob, porque también nos dicen cosas sobre los tiempos que vivimos”.
En la actualidad ha descartado volver a la danza contemporánea. La última ocasión en que firmó una coreografía fue en 2012 para la Ópera Real de Estocolmo. “Solo bailo si Pontus crea algo para mí. Para que vuelva a un escenario tiene que ser algo muy especial. Ahora quiero hacer películas”, zanja.
De hecho, en breve empezará a trabajar en dos proyectos, una película en abril y otra que ya rodó en 2012 y va a retomar. En ambos va a trabajar con el director de fotografía de la película de Ruben Óstlund Triángulo de la tristeza, nominada a tres Óscar, Fredrik Wenzel. La que ya empezó a grabar es un repaso a la carrera de una bailarina, desde sus triunfos hasta la recta final de su vida en un hospital. La que empezará en tres meses es, en cambio, sobre dos sintecho drogadictos en la cincuentena que un día conocen a una prostituta nigeriana embarazada de 16 años a la que deciden cuidar. “Quiero explorar cómo van a ingeniárselas porque al mismo tiempo están huyendo de la policía”, revela con el mismo entusiasmo y candor de los que ha revestido su primera película.
