"EL FLAMENCO NO ES DE NADIE"
Hasta el próximo domingo 18 el Flamenco Empírico de Juan Carlos Lérida asalta los Teatros del Canal en forma de ritual, con el estreno en la capital de ‘Doce’. Nos lo ha contado…
Texto_OMAR KHAN Fotos_ALICE BRAZZIT
Madrid, 15 de diciembre de 2022
Sacrificio y extenuación, expiación y celebración… Doce, número que da título y sobre el que pivota toda la propuesta, con sus abundantes connotaciones incluida la cabalística, es una ceremonia, un ritual erigido sobre la base del flamenco. No el tradicional o popular, ni siquiera el contemporáneo, sino el Flamenco Empírico, una práctica que abarca prácticamente toda la trayectoria de Juan Carlos Lérida (Fulda, Alemania, 1971), autor de esta creación, que desde hoy y hasta el 18 de diciembre, invita a entrar a su universo sagrado y profano en la Sala Negra, de los Teatros del Canal madrileños.
“Yo trabajo desde lo cotidiano y parto del principio de que todo el mundo es flamenco. El que hago es un flamenco difuminado y expandido, en el que te posicionas de maneras diferentes”, nos detalla este creador, inclasificable entre los flamencos, que ha desarrollado su trabajo en Barcelona, donde está radicado desde 1996. Nos explica también que Doce forma parte de La liturgia de las horas, una “obra magna” como gusta llamarla y la más ambiciosa toda su trayectoria, que fue estrenada en el Mercat de les Flors, casa de la danza de la capital catalana, en junio del año pasado, como punto culminante de una investigación ya larga, que convocó al público para una propuesta de doce horas de duración.
Se trataba de un itinerario, una peregrinación de aires rituales, que cruzaba y casaba la iconografía católica con lo auténticamente popular, llevando a los espectadores a lugares de la vida cotidiana -un gimnasio, un taller mecánico, una plaza- donde ocurrían las acciones para culminar todos en la sala del Mercat, donde se asistía a la liturgia propiamente, el fin del viacrucis, un segmento largo y con entidad propia, que constituye Doce, la creación que desde hoy celebra oficio en Madrid.
“He sacado toda la maquinaria escénica, me he metido de lleno abordando todos los aspectos de la puesta: me acompañan doce bailarines, está la iluminación que atraviesa los cuerpos, el uso de vídeos… lo metí todo en esta propuesta que habla sobre el cuerpo extenuado, el sacrificio como lugar de celebración y expiación”.
Empírico
Si Doce es parte de La liturgia de las horas, el espectáculo al completo, a su vez, es parte de una investigación de vieja data, que ha ocupado y preocupado a este creador, quien ha reflexionado mucho sobre qué, para qué y para quién es el flamenco, y los alcances y posibilidades que tiene. Con los años, su Flamenco Empírico se ha ido solidificando hasta el punto que, ahora mismo, aparecerá desplegado en el libro Método Flamenco Empírico, a punto de salir al mercado.
“Tiene una parte pedagógica, que consiste en arañar a través de una metodología el flamenco escondido en cada uno, otra filosófica y de pensamiento que puede partir del estereotipo, porque es la primera capa. En este punto no me importa el estereotipo… si te digo flamenco, y tú mueves las manos y golpeas el suelo con los pies, es algo que yo valoro como un arranque y un principio, porque el flamenco no es de nadie, y luego está la práctica artística propiamente, la investigación y experimentación”.
Desde luego sabe que hay un sector del flamenco profesional que no comparte sus puntos de vista, pero asegura que hace mucho tiempo dejó de preocuparse por ellos. “Los puristas están ahí y mi práctica no invita a compartir el discurso con ellos, me resulta aburrido, y creo que camufla el verdadero debate que es cómo el flamenco está en el día a día. Ya tengo 51 años y le presto poca atención a ese debate. No les interesa lo que hago ni lo consideran, y me parece hasta mejor que así sea”.
Siendo el autor de una metodología, su vinculación con lo pedagógico pasa por fundamental. De hecho Doce reflexiona también sobre el aprendizaje. “Sí, aborda la trasmisión discípulo-maestro, la simbología de Jesucristo como maestro nombrado por sus discípulos que, a su vez se convierten en maestros que han enseñado a otros que luego también han sido maestros”, reconoce. Pero admite que está intentando que el año próximo, ya inminente, la creación abarque en su práctica más espacio que la pedagogía y nos adelanta algunas ideas que van hacia el punto de ebullición en su cabeza.
“Está la idea de un solo para mí pero dirigido por otro, invitar a alguien que se meta en mi cuerpo. Luego ronda la idea de un trabajo para tres mujeres sobre la Bauhaus alemana. Sigo con el Festival Flamenco de Düsseldorf, que se celebrará justamente en Semana Santa”, dice riendo de la ironía, “y también con mi actividad docente, el laboratorio de investigación que llevo en el Institut del Teatre”, concluye.
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