FAUNO FLAMENCO
Andrés Marín presenta esta noche en el Festival Sagunt a Escena ‘En la hora encendida’, su versión flamenca de ‘La siesta del fauno’ de Nijinsky. Nos lo ha contado…
Texto_OMAR KHAN / Foto cortesía del Festival Julidans
Madrid, 26 de agosto de 2022
“Soy un loco de Nijinsky y de La siesta del fauno”, asevera el creador y bailaor sevillano Andrés Marín, que esta noche en el Centre Civic de Puerto de Sagunto presenta su propia lectura del fauno, en la recta final del Festival Sagunt a Escena. “Lo que tiene mi fauno que no tienen los demás es que es flamenco. Me he querido meter en el cuerpo del fauno y la memoria de Nijinsky para trabajarlos desde un imaginario personal, desde mi propia fantasía. No es una pieza pretenciosa, está hecha desde el amor. He conservado la música de Dubussy porque es tan bella que, en sí misma, te coloca en otra posición”.
La obra, que ha titulado En la hora encendida (en la foto inferior) , es un dueto breve y poético en el que le acompaña una colaboradora ya habitual en sus propuestas: la también creadora y bailarina andaluza Lucía Vázquez. La coreografía ha sido pensada expresamente para el espacio público, una práctica nueva para Marín, quien ostenta una larga trayectoria de espectáculos de sala que le han colocado como uno de los creadores más innovadores y arriesgados del nuevo flamenco.
“Ha sido un descubrimiento. Después de La vigilia perfecta y Soliloquios, que fueron para espacios no convencionales, surgió la oportunidad hacer En la hora encendida, que la monté para el Festival Cádiz en Danza. Bailar en la calle es otra historia. Lo siento más cercano y real, incluso más mágico. La caja negra puede llegar a ser desagradecida”. No obstante le puede su naturaleza escénica. Por su cabeza ya ronda la idea de reconvertir En la hora encendida en un dueto de sala más largo, llevarlo a ser “una naturaleza muerta de madera, una obra constructivista”.
Colaboradores
Pese a las dificultades de estos tiempos, ha estado muy activo últimamente Andrés Marín. Tras el estreno el año pasado de su creación de gran formato Éxtasis / Ravel (Show andaluz), una fantasía visual a partir del célebre Bolero, esperaba estrenar en la Bienal de Flamenco de Sevilla su muy ambiciosa versión de La divina comedia, que finalmente no llegó a buen puerto. “Cuando no sale esto, sale otra cosa. Uno no puede con la vida, la vida puede con uno”, suspira.
Esa “otra cosa” termina traducida en una serie de colaboraciones con otros artistas en piezas pequeñas, como En la hora encendida, que lo han mantenido en la carretera, pese a todas las consecuencias de la pandemia.
Con cierta frecuencia se activa Soliloquios, un trío para espacios museísticos en el que baila junto a Cesc Gelabert y Jon Maya, el director de la compañía vasca Kukai, con quien justamente estrenará el próximo 29 de septiembre en el marco de la Bienal de Flamenco de Sevilla la obra Yarín, un dueto que enfrenta el aurresku de Maya y el flamenco de Marín, un duelo entre danza tradicional vasca y flamenco pasados por el tamiz del contemporáneo. “Yo no soy el típico flamenco barroco. Soy muy seco y muy austero, y los vascos también tienen ese punto, son muy recios, así que me pareció muy interesante ver qué pasaba en este encuentro con Jon Maya”.
Y a principios de este verano que fallece, también estuvo participando en el Julidans, el festival estival de danza de Ámsterdam, donde estrenó Skiagraphia, coreografía de gran potencia visual, en la que colaboró con la escultora iraní Siba Sahabi, que le creó un fabuloso e inquietante dispositivo escénico. “Me gusta rodearme de artistas de mi agrado, que vayan en mi línea, que no sean iguales a todos los demás. Lo convencional nunca me ha atraído y el problema que esto tiene es que, de entrada, genera rechazo porque no se parece a nada y la gente no sabe dónde ubicarlo. Pero me gusta aprender de todo el mundo, todos los artistas con los que he trabajado me han ido enriqueciendo, me han ayudado a formar mi propio vocabulario como creador”, concluye.
