¿Y AHORA QUÉ?... KUKAI CUMPLE 20 AÑOS
La Quincena Musical de San Sebastián alberga el estreno de la obra que celebra las dos décadas de la compañía de Jon Maya, quien nos ha hablado de viejos y nuevos tiempos…
Texto_OMAR KHAN Fotos_MENDI URRUZUNO
San Sebastián, 19 de agosto de 2022
Debutó Kukai en aparente desventaja hace veinte años. Su primer espectáculo, 1937, lo hicieron en coproducción con Tantakka Teatroa, que ya era una compañía profesional en País Vasco. “Nosotros no. Yo tenía 24 años y los bailarines apenas 16”, rememora hoy Jon Maya, su director e impulsor. Cuando en 2003 se plantaron, ya solos, como Kukai compañía de danza, en la Fira de Tárrega, en Cataluña, el distribuidor de turno tuvo un hiriente arranque de sinceridad y les dijo que lo que se opinaba de ellos por la feria era que el trabajo podía que fuese bueno en Euskadi pero que fuera no tenía sentido, que no se entendía. “¿Dime por qué entonces el flamenco es internacional?” le espetó desafiante el entonces jovencísimo bailarín y coreógrafo, que dos décadas más tarde tendría colocada a su compañía a la cabeza de toda la danza contemporánea que se gesta en Euskadi.
En esencia son dantzaris. Pero desde siempre, Jon Maya y sus bailarines tuvieron la convicción de que podían ser algo más, que la riqueza de las danzas tradicionales y populares vascas de donde venían, tan complejas y virtuosas, tan emocionantes y potentes, estaban más que preparadas para entablar diálogo, enamorarse y fundirse en un beso con la siempre abierta danza contemporánea. Y de su convicción salió un lenguaje, una forma de hacer hoy ya perfectamente reconocible, una estética propia que resulta ejemplar de los alcances a los que puede llegar el neofolk.
“Desde nuestras raíces nos movemos hacia un contexto contemporáneo en el que los estilos pueden dialogar. A veces siento que en estos veinte años todo ha sucedido de forma natural. Y no lo digo como reproche pero al principio había mucha pedagogía, explicar una y otra vez lo que hacíamos, el lenguaje desde donde trabajábamos, pero ahora ya no. Nos movemos en un circuito de danza contemporánea donde ya se conoce lo que hacemos”.
Oskara (2016), la pieza en forma de ritual que les montó Marcos Morau, el director de la consagrada compañía de Barcelona La Veronal, los llevó hasta el Festival de Avignon, que sigue siendo un altar, una de las plataformas escénicas europeas más codiciadas por las vanguardias. Desde lo más local y telúrico, Kukai ha sabido ser actual, innovadora, universal… lo confirman aplausos y ovaciones por toda España y más de treinta países visitados con creaciones propias de Jon Maya y de esos coreógrafos invitados, como Cesc Gelabert, Sharon Fridman o el citado Morau, que han asumido como propio el reto de incorporar a sus lenguajes el de las danzas vascas. “No somos mejores ni peores que otros pero lo que hacemos solo podemos hacerlo nosotros. Y eso nos da una identidad”.
Fiesta adelantada
El vigésimo aniversario es en noviembre pero la fiesta empieza la semana que viene, el sábado 27 de agosto, con el estreno absoluto de su nueva creación ¿Y ahora qué? / Eta orain zer? en la novísima Lekuona Fabrika de Errentería, donde residen, dentro del marco de la 83º edición de La Quincena Musical de San Sebastián, antes de irrumpir este mismo septiembre en el Festival Le temps de aimer, en la vecina ciudad francesa de Biarritz, y en los madrileños Teatros del Canal en mayo del año próximo.
Se trata de una creación en muchos sentidos diferente a las habituales pero Jon Maya no la siente como una propuesta aislada del trabajo de Kukai. “Forma parte de una misma estrategia”, nos explicaba ayer en la presentación oficial de la obra en el Kursaal donostiarra. “Es verdad que no tiene nada que ver con trabajos anteriores, pero de alguna manera recoge el bagaje de estos veinte años. En cualquier caso, no se trata de una ruptura ni un giro de timón”. Comentaba también que la motivación para hacerla nació de nuevas necesidades, esas que él llama las tres ganas.
Las tres ganas
“Primero. Tenía ganas abordar un gran clásico universal de la música y trabajarlo desde nuestra forma habitual, así que escogimos Appalachian Spring, de Aaron Copland, que fue un encargo para la coreografía de Martha Graham. Ese fue el punto de partida para trabajar con Pascal Gaigne, mi compositor, pero evolucionó y evolucionó hasta el punto de que ya no la usamos. Ha quedado el espíritu, eso sí”.
“Segundo. Tenía ganas de trabajar la danza de cuerda, que es una forma universal de la cultura tradicional. Un tipo de danza en la que la gente se une para bailar tomada de la mano y es un símbolo de unión y de respeto al diferente. Creímos importante trabajar también la transmisión cultural de la diversidad. Por eso, aparte del equipo de bailarines habitual de la compañía, se unen otros de distinta procedencia y origen. Habrá un bailarín etíope y una sueca. Son culturas diferentes y también lenguajes, convergiendo así en el espectáculo la danza etíope, la danza urbana y la danza vasca”.
“Tercero. Tenía ganas de generar una experiencia más allá del teatro convencional, por lo que trabajaremos en un espacio diáfano y vacío sin escenografía ni butacas para el público. Que la gente tome su decisión de dónde situarse y que ningún espectador vea lo mismo que otro. En ese espacio se moverán simultáneamente los diez bailarines y los 17 músicos de la Joven Orquesta de País Vasco, que nos estarán acompañando”.
