NAZARETH PANADERO BAILA EN LA SALA PINA BAUSCH
Esta semana, dentro de la programación del Festival Grec, la bailarina emblemática de Bausch presenta ‘Vive y deja vivir’ en el Mercat de les Flors. Esto nos contó cuando se estrenó la creación…
Texto_OMAR KHAN Fotos_PABLO LLORENTE
Madrid, 11 de julio de 2022
Nazareth Panadero (Madrid, 1955) es, y será ya para siempre, bailarina emblemática de Pina Bausch. Difícilmente olvidable. Para la célebre creadora alemana, que murió repentinamente en 2009, hizo las creaciones memorables de su carrera. Con ella explotó toda la gracia que tiene dentro, que es mucha. A ella le dio también su melancolía. Para ella sacó de dentro lo más cómico y lo más dramático. Algunas veces, todo al unísono, como ocurría en aquel delirante soliloquio de los espaguetis en Palermo, Palermo. Pero Pina Bausch ya no está, y ella sí. Y es gracias a ella que sigue siendo, a sus 67 años, una bailarina creativa, un concepto que allá por 1979, cuando ingresó en Tanztheater Wuppertal, ni siquiera sabía que existía o que fuera posible.
Toda esa experiencia se traduce ahora en sabiduría, como quedará demostrado esta semana, del 14 al 16 de julio, justa y casualmente en la Sala Pina Bausch, del Mercat de les Flors, de Barcelona, dentro de la programación del Festival Grec, que presenta Vive y deja vivir, un programa doble conformado por Two Die For y Mañana Temprano, dos duetos en los que Panadero baila con Michael Strecker, el que fuera su partner habitual en Wuppertal.
“La primera está hecha por nosotros dos y Mañana temprano ha surgido entre cuatro, con participación de Adolphe Binder y Meritxell Aumedes en la dirección, y desde mi punto de vista, eso ya las hace experiencias totalmente distintas”, nos aseguraba al momento del estreno en los Teatros del Canal, de Madrid, el pasado mes de febrero. “No creamos la primera como un puente hacia la segunda. Se hicieron en momentos y circunstancias distintas. Lo que tienen en común es que son los mismos performers y que ambos tenemos un pasado con Pina, algo que no podemos negar”.
Igual que Bausch, Nazareth Panadero huye de las definiciones y explicaciones concretas para su trabajo. “Es difícil explicarlo en palabras. Yo espero que lo que se vea hable por sí mismo. Con Mañana temprano he querido dar forma a lo que me habita, a sentimientos y emociones encontrados, que pueden ser contradictorios y que no conoces bien ni controlas, porque son varias emociones al mismo tiempo, donde no hay principales ni secundarias. Lo encuentro melancólico, muy triste y muy lleno de vida y de esperanza, lleno de pérdidas y nuevas ganancias, tiene confianza en un futuro mejor y es también un gracias a la vida”.
Cerrar un ciclo
To Die For surgió en 2019 dentro de Underground, el programa de estímulo a la creatividad de Tanztheater Wuppertal, y se fue haciendo en paralelo al trabajo regular de la compañía. En cambio, Mañana temprano, la nueva creación, se ha hecho en otras condiciones. Ha tenido residencias en Suecia, Berlín y Madrid, y es coproducida por el Festival Grec. Ha tenido más tiempo para su gestación, ha sido un proceso diferente, en parte gracias a que Nazareth Panadero ya va cerrando del todo su ciclo en Wuppertal, donde vivió los dos procesos: la compañía creando con Pina y la compañía ya sin ella. “Nadie había imaginado lo que sería esta compañía sin Pina. Cuando murió, me pareció que sería más fácil pasar los años de duelo dentro. Ya no estaba pero siguió, estaba siempre tan presente…”
Pero hoy las cosas son diferentes. “He salido permanentemente de Tanztheater Wuppertal el verano pasado. Ahora voy como bailarina invitada”, puntualiza. “Hace mucho ya que Pina murió, tengo 67 años y de los papeles que he bailado, ya quedan pocos que me parezcan apropiados para mi edad… Palermo, Palermo, Vollmond, Bamboo Blues y pocos más. Ya no puedo ni quiero hacer trabajos más físicos y emocionales como Barbazul, que la hice con 34 años. En este momento, hago lo que quiero y lo que puedo”.
Nazareth Panadero no se plantea si Vive y deja vivir será el inicio de un proyecto personal a largo plazo, que pudiera desembocar en una compañía. Nunca se plantea esas cosas. “Todos los proyectos de mi vida han sido circunstanciales. Cuando fui a trabajar con Pina Bausch no tenía idea de quedarme pero seguí allí hasta su muerte y he seguido aún después. Siempre se trata de las ganas de hacer cosas”.
De momento, cabalga entre tres países. Sigue anclada en Alemania, no pierde conexión con Polonia, de donde es su marido, el también exbailarín de Pina Bausch, Janusz Subicz, y desde luego España, que es su casa, donde ha sido reconocida con el Premio Nacional de Danza 2014 y la Medalla de Oro a las Bellas Artes 2019. En cualquier caso, haga lo que haga, en cualquiera de sus países o en algún otro, dentro o fuera de Tanztheater Wuppertal, ella será siempre la bailarina emblemática de Pina Bausch.
