SON POCAS… PERO ALGUNAS COSAS BELLAS NOS HA DEJADO LA PANDEMIA
La compañía Kukai realizó durante el confinamiento un par de películas, cuyos procesos han quedado recogidos en una nueva edición de los Cuadernos de Creación, del Museo Universidad de Navarra. Fuimos a la presentación en Madrid…
Texto_OMAR KHAN
Madrid, 11 de mayo de 2022
Muerte. Horror. Encierro. Aislamiento. Separación. Nadie nos advirtió de que la globalización también podía tomar forma de pandemia asesina capaz de robarnos la normalidad, la vida en sociedad y la vida a secas… pero en este contexto, la danza se reafirmó como movimiento y demostró que aún bajo severas restricciones no puede dejar de moverse. Es verdad que todo fue horrible e insoportable pero ahora, en esta perezosa y escalonada vuelta a lo que era nuestra vida de antes, comienzan de repente a desvelarse algunas cosas bellas que nos dejó la pandemia. El proyecto A puerta cerrada, una de ellas.
A la sala Berlanga, en el corazón de Madrid, nos lo trajo la semana pasada una comitiva venida del norte, que supo conmovernos. Desde luego, no es un proyecto escénico. Pero es danza. Danza pataleando y revelándose en forma de audiovisual, en forma de cuaderno, de fotografía y de palabra. Pero danza, al fin y al cabo, que se hizo casi furtivamente en lo que ya conocemos como nuestro tiempo de pandemia. Estuvieron presentándola todos sus artífices: Jon Maya, director de Kukai Dantza, Teresa Lasheras, directora del Museo Universidad de Navarra, de Pamplona, José Manuel Garrido, ideólogo de los Cuadernos de Creación e Ibis Albizu, autora que ha preferido presentarse como recopiladora de materiales.
“Recuerdo una mañana durante el encierro que levanté el teléfono y tuve necesidad de compartir cómo me sentía con José Manuel Garrido”, rememora el bailarín y coreógrafo Jon Maya. “Le hablé del horror que suponía para un creador el encierro, tener los teatros cerrados y sobre todo, esa necesidad que tenía de hacer algo. Y recuerdo que me dijo ‘Estás tardando’… fue un subidón y pensé en esos futbolistas que estaban jugando a puerta cerrada, sin su público, y sentí que nosotros, desde la danza, podíamos hacer lo mismo. De allí surgió el título para todo el proyecto: A puerta cerrada”.
Hoy, mañana, ayer
Se volcaron entonces a llenar las horas vacías y desesperadas de efervescente creatividad. Sorteando las restricciones, Maya puso en marcha dos audiovisuales, las películas Situaciones y Hoy y mañana son ayer, en las que participarían bailarines de Kukai, el realizador David Bernués, el compositor Luis Miguel Cobo, el coreógrafo Sharon Fridman y también dos colaboradores de lujo, el arquitecto Rafael Moneo que les cedió la escenografía más fantástica imaginada, su Museo Universidad de Navarra completamente vacío, y el fotógrafo Ortiz Echagüe, cuya obra reposa en este recinto y ofreció la perfecta inspiración para los tiempos que se vivían. “Encontré sus fotos de otra pandemia, la de la gripe española, y pensé en lo que somos, en cómo miramos el futuro y cómo enfrentamos el momento. Vimos la posibilidad de poder trabajar en el museo vacío, contrastar lo interior con lo exterior, y diseñamos así estas dos creaciones audiovisuales”.
Una se hizo en elegante blanco y negro, la otra en colores ocres evocadores de tristeza. Echague pone pasado. Kukai pone presente. Los dos hablan de futuro. En ellas los bailarines apenas se tocan. En ambas hay interioridad y silencio, Una de ellas, contrasta lo interior, fantásticos espacios del museo, con exterior, la fachada y sobre todo, el maravilloso tejado, en el que vemos a golpe de dron al atardecer, a esos bailarines separados, esparcidos por el enorme tejado, en lo que parece evocar aquellos experimentos de Trisha Brown.
Aquel proceso, en condiciones tan especiales hechas en un momento histórico para nuestra civilización, había que documentarlo. Y lo tenían fácil. El interés por los procesos de creación ya era, desde mucho antes, verdadera necesidad de un museo tan peculiar como el MUN, que atesora y alimenta la colección Cuadernos de Creación, que dirige Garrido, quien fuera director de esta casa y ha publicado ya ejemplares dedicados a Javier Martín, Itsaso Cano y Dani Pannullo, siempre con autoría de Ibis Albizu, quien sintió necesidad de incluir también en este nuevo cuaderno el solo de Jon Maya Gauekoak. “Hecha antes de la pandemia”, relata, “fue la primera creación que pudimos ver con público real en la desescalada, la incluimos porque que fue la que supuso recuperar el teatro como de verdad lo entendemos, que es en un escenario”.
Todas las aristas del proyecto A puerta cerrada responden y son ejemplares de la línea que sigue el MUN. “Somos un museo dentro de una universidad, que trabaja a un mismo nivel sobre dos líneas artísticas: las artes visuales, con interés en la fotografía, y las artes vivas, con inclinación hacia la danza”, detalla Teresa Lasheras. “Nuestros proyectos tienen que ver con estas coordenadas. Nos interesa todo lo que suponga un diálogo entre estas disciplinas, porque tenemos el convencimiento de que este diálogo es posible. Una parte importante es estimular el trabajo creativo pero también poner en valor y difundir la importancia de los procesos, acercarlos al público. Hacia este objetivo apuntan iniciativas como estos Cuadernos de Creación, el incentivo a que los coreógrafos trabajen sobre la base de nuestra colección o conseguir la participación de grupos de ciudadanos en sus procesos creativos”.
Poco a poco, Jon Maya vuelve a su frentismo creativo habitual. Su cabeza bulle. En agosto, creación grande y ambiciosa en País Vasco con su compañía. Un poco más tarde proyecto pequeño para la Bienal de Sevilla, que lo reunirá en escena con el bailaor contemporáneo Andrés Marín, y entre medias, otra aventura, ahora en streaming, dentro del Ciclo Música/aɔisùM, del Instituto Italiano de Cultura de Madrid. Se trata de IN-CONTRO, fusión de música y danza, que podrá verse online el próximo 26 de mayo.
