VULGARIDAD
Hoy se presenta en el Teatro Central de Sevilla con su compañía y la semana que viene baila un dueto delirante en Condeduque Madrid. Ya es hora de que conozcas a Marlene Monteiro. Te la presentamos…
Texto_ALBA ANZOLA Foto_MASSIMO SCOPONI
Madrid, 11 de marzo de 2022
Es vulgar y grotesco. En las creaciones de Marlene Monteiro Freitas (Cabo Verde, 1979) no hay lugar para la belleza convencional. Todo es excesivo y exasperante. Sus obras insólitas aparecen repletas de objetos inútiles y fuera de lugar: mascarillas de buzo, sombreros estrambóticos, esculturas absurdas, raquetas de tenis, toallas de spa. La estridencia reclama protagonismo a través de Stravinsky, David Bowie, Puccini, samba y batucada… luego está la danza, una cadena indetenible de temblores, espasmos, muecas, meneos y sudores, que acentúan la idea de cuerpo en carnaval, de festín constante y permanente, de imposibilidad de quedarse quieto.
Su solo Guintche (2010) supuso el decálogo de su lenguaje, un unipersonal desesperante en el que sin desplazarse, siempre de pie, la incansable bailarina no paraba de agitar las caderas, hacer ruidos y sacar un arsenal de muecas de su cara, en episodios que iban de lo tierno y sutil a lo más ordinario y repulsivo. Sudor a borbotones rodaba por su cara, regando el maquillaje hasta convertirla en una caricatura horrenda, un garabato, un borrón... en este solo sentó las bases de una forma de hacer y decir, y desarrolló las claves de la provocación que marcarían sus sucesivas creaciones para P.O.R.K., la compañía que dirige en Portugal, aunque muchos de sus referentes y referencias vengan de su tierra, Cabo Verde.
Monteiro estudió en P.A.R.T.S., la célebre escuela de coreografía de Bruselas, y bailó para el desaparecido Ballet Gulbenkian, de Lisboa. Estrechó lazos con artistas radicales como ella (con Francois Chagnaud, Cecilia Bengolea y Trajal Harell estrenó (M)imosa, en 2011) y edificó un modo escénico propio en obras como Bacchae - Prelude to a Purge (2017), of ivory and flesh - statues also suffer (2014) o Canine Jaunâtre 3, obra radical que montó por encargo para Batsheva Dance Company, de Israel, en 2018, el mismo año que fue galardonada con el León de Plata de Danza, en la Biennale de Venecia.
Malvados mandingas
Dos de sus creaciones coincidirán ahora en Andalucía y Madrid. Al Teatro Central sevillano, donde ya es habitual, llegará hoy y mañana con su compañía para estrenar en nuestro país Mal Embriaguez Divina (en la foto de PETER HÖNEMANN sobre estas líneas), en la que se aproxima a diversas formas del mal, a través de un grupo de grotescos personajes reunidos en una tribuna, desde donde dan rienda suelta a lo maligno que se esconde tras la sociedad, la política, la ética, la moral, la religión y nosotros mismos. Aborda el mal como lo ha visto y escenificado el teatro, disciplina que siempre parece tan importante en su trabajo. “Hay una diversidad de caminos que puedes tomar en la creación de danza pero también está el teatro, el cine, la música, las artes, Internet, YouTube y tus propios pensamientos”, ha declarado.
Así se aproxima también al mal presente en la cultura popular, a la que tanto le fascina recurrir, invocando a los mandingas, esos demonios que parecen hombres normales, y otros tantos seres y energías malévolas de la mitología y el folclor, alineándose en esa corriente de pensamiento que asegura que la experiencia del abismo del mal es un requisito indispensable para hacer arte.
En cambio Jaguar (en la foto que abre esta información), el dueto con el que aterriza en el Centro Condeduque, de Madrid, los días 18 y 19 de marzo, parece más conectado con lo que descubrió y desarrolló en Guintche, aquel solo que fue heraldo de su obra por venir. En esta ocasión ha hecho alianza y creado complicidad con el bailarín y coreógrafo alemán Andreas Merk, con quien orquesta esta sesión excesiva y desbordada estrenada en 2017, en la que ambos aparecen como clowns posmodernos embadurnados de maquillaje hasta el punto de la vulgaridad y se mueven incesantes, en acciones vacuas como cazar moscas por un escenario atiborrado de objetos absurdos e inútiles, entre los que destaca la escultura de un caballo azulado (quizá el Blaue Reiter del expresionismo) o una escalera plateada que no sube a ningún lado. Vuelve la indetenible e inacabable sucesión de muecas y movimientos antinaturales que deforman los cuerpos al ritmo contrastado de Monteverdi o una batucada carnavalesca, elementos todos que ya son señas de identidad de esta artista inclasificable que ha metido a Cabo Verde en el mapa de la danza internacional más radical, extrema y provocadora.
Marlene Monteiro fascina a unos, le parece abominable a otros… hay quien entra en su juego y busca significados, conexiones y hace elucubraciones, y muchos otros que no. Pero indiferencia, jamás.
