SOBRE LA NECESIDAD DE PERDONAR
Chevi Muraday ha estrenado en el Teatro Bellas Artes El perdón, en la que ha coreografiado las emociones intensas de la actriz Juana Acosta. Nos lo ha contado…
Texto_OMAR KHAN Foto_FÉLIX VALIENTE
Madrid, 15 de enero de 2022
Un poco frenética anda la vida del coreógrafo y bailarín madrileño Chevi Muraday últimamente. El año pasado estrenó Le Plancher, una pieza inteligente y profunda que parecía premonitoria de la polémica sobre las enfermedades mentales que se ha desatado muy recientemente. Cambió radicalmente de tono con Paso a dos, un dueto delirante, divertido y sano con un personaje singular, la performer Miss Beige. Y nada más empezar el 2022, el director de la compañía Losdedae da otro volantazo estilístico y cambia nuevamente de registro virando hacia el drama de la mano de la conocida actriz colombiana Juana Acosta, en El perdón, un dueto que ambos estarán bailando hasta el próximo 23 de enero (de miércoles a domingo), en el Teatro Bellas Artes, de Madrid.
“Es dura, es triste pero tiene luz, tiene belleza y poesía”, asegura el coreógrafo de este nuevo trabajo, en el que por primera vez tiene como punto de partida una historia que no sale de él. “Es verdad que siempre he tenido interés en acercarme a actores para mis espectáculos pero siempre se trataba de propuestas mías en las que los incorporaba. Es la primera vez que me pongo al servicio de una historia ajena. Yo a Juana tampoco la conocía demasiado. Un día nos llamó a [el dramaturgo] Juan Carlos Rubio y a mí y nos dijo que quería contarnos algo”.
La historia resultó biográfica y trágica. A los 16 años, en Cali, donde nació, una adolescente Juana Acosta recibió una llamada fatídica justo cuando se disponía a ir a clase de danza. Habían asesinado a su padre (un crimen aún hoy sin resolver) y ese acontecimiento marcó su vida. Dolor y rabia la han acompañado desde entonces. Dejó Colombia, se instaló en Madrid y ha desarrollado una carrera profesional notable como actriz de cine trabajando para directores como Álex de la Iglesia (Perfectos desconocidos) o Imanol Uribe (Llegaron de noche, que se estrena este mismo mes).
A 30 años de aquel suceso, ha entendido que la rabia no conduce a nada y ha querido perdonar. También quería reconciliarse con aquella pasión, esa danza que tenía abandonada desde ese mismo día trágico. De allí que pensara en Chevi Muraday.
“Me conmovió su historia, que quisiera contarla no desde el rencor ni el odio, sino desde un lugar bello, desde el perdón. Pero como creador también tuve que buscar mi lugar… preguntarme cómo cuento esta historia”. Explica que fue un proceso, un viaje hacia aquellos acontecimientos. Entrevistaron a familiares que recordaron aquellos momentos, indagaron en el tema de la violencia, la rabia y los asesinatos. De hecho, en el espectáculo aparece la cifra espeluznante de asesinatos ocurridos en Colombia desde entonces y hasta 2020 porque no querían que fuese su historia personal sino desde ahí, generar una reflexión sobre la violencia y la necesidad del perdón. Y luego estaba la otra parte: despertar a la bailarina dormida.
“Como con todo actor, lo primero es conocer sus límites, hasta dónde pueden llegar. Los actores son mucho más frágiles. Los bailarines tienen mayor fortaleza. Encontré a una Juana valiente, con ganas de implicarse a fondo en este proyecto y en cuanto a la danza, hemos llegado hasta donde hemos llegado”, concluye.
