UN MUSEO COREOGRÁFICO
El Museo Universidad de Navarra (MUN) viene indagando en las posibilidades que ofrece un museo para la creación coreográfica. Teresa Lasheras nos lo cuenta…
Texto_OMAR KHAN
Pamplona, 17 de noviembre de 2021
Sembrado cuidadosamente dentro del amplio y verde recinto universitario de Pamplona, el elegante edificio del Museo Universidad de Navarra (MUN) diseñado por Rafael Moneo destaca en el paisaje. Allí dentro reposa la colección permanente, que atesora el catálogo fotográfico más importante de Ortiz Echagüe que existe, se suceden las exposiciones temporales y, de mucha importancia, se alberga un teatro, donde anualmente se programa el ciclo Museo en Danza, que ha culminando con éxito la semana pasada con el estreno absoluto de Baile de bestias, de Jesús Carmona.
Teresa Lasheras, directora de artes escénicas y música del MUN, nunca pierde de vista la conjunción que supone un museo de arte contemporáneo, una universidad y un espacio escénico. “En la plástica apostamos principalmente por la fotografía y en lo escénico, por la danza”, confirma. De la programación del recién finalizado ciclo, que incluyó la presencia de agrupaciones y creadores como Taiat Dansa, Antonio Ruz o Aïda Colmenero, cabría destacar el estreno de CreaAcción, de Metamorphosis Dance, en tanto que ilustra perfectamente la orientación que Lasheras quiere dar a lo escénico en este recinto.
Iratxe Ansa e Igor Bacovich, directores de la compañía madrileña, en su primer encuentro con ella le propusieron una nueva manera de abordar el proceso, que consistía en crear la coreografía a partir de las ideas de un grupo de trabajo, gente de Pamplona que no viniera de la danza y que participara y se involucrara activamente en todo el proceso, desde el nacimiento de la idea hasta la noche del estreno.
“Fueron generosos y transparentes, invitaron a este grupo a participar de su proceso y durante siete semanas los incorporaron de un modo real y práctico, fue auténtico, vivieron el estrés de una producción, tuvieron acceso a todo: a los problemas y su solución, al fracaso de algunas ideas y al éxito de otras”, relata Lasheras.
Esta sinergia entre creadores y público es una de las metas que se ha propuesto para el MUN. La programación de Museo en Danza de este año es la primera que ha realizado al frente de esta unidad del museo, que estuvo dirigida originalmente por José Manuel Garrido quien, tras su jubilación, dejó a la que fuera su asistente la responsabilidad. “Durante más de cuatro años participé en hacer realidad su visión, que consistía en dibujar un discurso de artes escénicas dentro de un museo contemporáneo. Es una filosofía en la que me reconozco y a la que algo aporté trabajando a su lado”, asegura.
Soliloquios
Juntos, Garrido y Lasheras emprendieron iniciativas muy originales que han venido dando una personalidad dancística única al MUN. Impulsaron sus ideas entusiasmando a creadores a participar activamente con coreografías inspiradas en la colección del museo, destacando artistas muy diferentes entre sí como el performer gallego Javier Martín o el defensor del hip hop escénico Dani Pannullo.
Soliloquios (2019), un proyecto del MUN liderado por Jon Maya, director de Kukai, ha sido relevante, en tanto que reunía a tres célebres coreógrafos de muy diferente raigambre en un proyecto para ser bailado en diálogo con las obras de salas concretas del museo. Participaron el pionero catalán Cesc Gelabert, el precursor del nuevo flamenco Israel Galván y el mismo Maya.
Cada una de estas experiencias han quedado bellamente registradas en la Colección Cuadernos de Creación, que reproduce las notas, dibujos, ideas y procesos de cada uno de estos artistas. Justo el pasado viernes, presentaron un nuevo volumen con las anotaciones y pensamientos de Jon Maya durante la creación de Soliloquios, obra que ha seguido puntualmente presentándose en otros espacios. “Tenemos gran interés en los procesos de creación y cuidamos a nuestros artistas, porque lo vemos como una colaboración. Nos interesa la investigación y el conocimiento, lo multidisciplinar, el teatro como museo y viceversa”, explica la gestora cultural navarra.
Asegura que sueña con seguir avanzando en esta dirección. “Este es un proyecto que tiene que crecer. Me gustaría poder conseguir una colaboración estrecha entre un coreógrafo y un artista plástico, que diera lugar a una creación híbrida. También seguir ahondando en el ámbito universitario. Aquí hay jóvenes, investigadores, hay un público potencial para la danza”.
Y es que otro rasgo distintivo de la labor de Lasheras en el MUN es el de interesarse, justamente, por el público. Aunque asegura que en el último lustro ha mejorado considerablemente, hay muy poca tradición de programar danza en los teatros navarros, a lo que se suma la carencia de un Conservatorio en la región. “Nos interesa saber qué pasa cuando involucramos a la gente en los procesos creativos, saber qué quiere o espera alguien que viene a ver danza. Queremos indagar no solamente en lo que emocionalmente ocurre con el artista sino también con el que viene a verlo”, concluye.
