CAYETANO SOTO, ESE DECONOCIDO APLAUDIDO EN TODO EL MUNDO
El creador barcelonés estrena hoy en Praga y pasado mañana en Stuttgart. De estos trabajos, de su trabajo y su ausencia en España hablamos con él…
Texto_OMAR KHAN Foto_MICHAEL SLOBODIAN
Madrid, 22 de junio de 2021
El coreógrafo barcelonés Cayetano Soto es encarnación de la máxima “nadie es profeta en su tierra”. Las audiencias de España están poco familiarizadas con su trabajo pero en los grandes teatros del mundo, su nombre brilla en las marquesinas constantemente. La prueba fehaciente es que esta noche estrena en Praga, con el mismo Ballet Nacional Checo que trajo hace unos días El lago de los cisnes al Teatre El Liceu, su nueva creación Prelude und Liebestod, y día por medio, aparecerá en Stuttgart estrenando el proyecto Swan Lakes con Gauthier Dance, en el que su nombre forma equipo junto a Marie Chouinard, Hofesh Shechter y Marco Goecke. Sin haberse estrenado, ya tiene funciones contratadas en 25 países, España no incluida (por ahora).
Le queda por delante el estreno de su lectura de Le Train Bleu, de Nijinska, que hará para el Ballet Du Capitole de Toulouse con apoyo de la Fundación Picasso, y la reposición de Uneven, con el Ballet de Liepzig. Usualmente apretada es la agenda de este codiciado coreógrafo free-lance, pero ahora más, porque muchos de los proyectos caídos durante la pandemia se recuperan y se solapan con los actuales.
Cayetano Soto llega a todos ellos con conciencia de lo que ha significado la irrupción del coronavirus en la gente y en él mismo. “Durante el confinamiento me di cuenta de que yo no tengo inspiración si no puedo interactuar con la gente, si no puedo salir, ir a una biblioteca a investigar”, confiesa en conversación telefónica desde Praga, donde estrena esta noche. “Son tiempos difíciles y yo creo que la gente necesita que los artistas podamos inspirarles. Para mí los artistas tenemos esa responsabilidad en momentos de tanta confusión”.
Prelude und Liebestod, a partir de Wagner, es una obra de aires rituales sobre la melancolía. “Vivía en melancolía, no sabía porqué y quería abordar este tema quizá porque me di cuenta de que los buenos momentos de la vida son los primeros que se van, y todo esto coincidió con el covid, un paralelismo que no había buscado”, relata. En la primera sección 24 bailarines masculinos del ballet checo ataviados de negro ejecutan una danza espiritual bajo una nube de humo de incienso, cuyo olor baña la platea. “Los olores son un recurso que usamos poco en la danza”, comenta. En la segunda parte, siete parejas bailan sobre el suelo de cristal con trajes dorados. “La metáfora es muy simple, quería destacar que el tiempo es oro”.
El reloj y el atáud
Y es que el tiempo y la muerte, quizá porque son preocupaciones de su vida, son constantes en su trabajo, sea cual sea la agrupación que le llame para crear coreografías, siempre montadas bajo una rigurosa y sugerente estética visual, que han sido creadas para compañías relevantes de numerosísimos países de Europa, América del Sur y Norteamérica, lista a la que en breve se sumará Japón. “La melancolía, de donde parte Lieberstod (en la foto de MARTIN DIVISEK sobre estas líneas), tiene que ver con el paso del tiempo, con la certeza de que cuando nacemos ya contamos los días para morir”.
En otro sentido, cuando Eric Gauthier le propuso unirse al proyecto Swan Lakes, que estrena esta misma semana en Stuttgart, pensó que él no era el coreógrafo adecuado para el encargo, pero le buscó la vuelta y su sección dentro de este curioso encargo está dedicada al tema de la transformación. “En la mayoría de las nuevas versiones de Lago de los cisnes no hay ningún momento en que se vea la transformación de la princesa en cisne. Mi reflexión se centra en la idea de que algo tiene que morir dentro de ti para que pueda resurgir otra cosa. Tiene que ver con cómo la vida te obliga a cambiar y cómo algo tiene que desaparecer para que ese cambio ocurra”.
Aunque no se declara muy amigo de las versiones, otro proyecto en su agenda, para febrero de 2022, también lo es, ésta vez Le Train Bleu, de Nijinska, para el colectivo de Toulouse. Confiesa que es un ballet que no le gusta pero ocurrió en unas circunstancias que le parecieron fascinantes y en eso se va a centrar. “Lo haré desde lo onírico, rondará la idea del viaje y usaré conversaciones grabadas con Picasso en francés hablando de la calle, del arte, de la televisión…”
Cualquiera diría que son necesidades del coreógrafo free-lance aceptar proyectos que, de entrada, no le interesan, pero Cayetano Soto tiene su propia filosofía al respecto. “Me gustan los proyectos que te sacan de tu área de confort, que te ponen a pensar diferente. Yo no haría nada vinculado a El lago de los cisnes ni se me ocurriría versionar a Nijinska, pero se te presentan estas propuestas que te empujan en esa dirección y lo importante es no tenerles miedo, enfrentarlas desde tu propia visión”.
En cualquier caso y en cualquier título, él lo que siempre ve es una oportunidad para ejercer su derecho a la innovación. “A mí lo que me gusta es enseñar algo que nunca se haya visto, ofrecer al público algo con lo que no esté familiarizado o que nunca se haya planteado, cosas como cuánto tarda un hechizo o cuánto dura el presente”.
La agenda de Soto sigue creciendo pero España se le resiste. Tendrá, eso sí, una nueva colaboración con It Dansa, la compañía del Institut del Teatre de Barcelona, con la que se declara encantado, pero confiesa que le gustaría volver a la Compañía Nacional de Danza con Prelude und Liebestod, después de haber montado con ellos, en 2019, su versión de La siesta del fauno, elegante propuesta centrada en aquel maravilloso jardín colgante blanco, una colaboración fugaz que a él le gustaría revertir ahora en un proyecto mayor. Por lo pronto, escuchará aplausos hoy en Praga y pasado mañana en Stuttgart. No es poca cosa.
