NUEVO CASO DE BALCONING EN EL TEATRO PRINCIPAL DE MALLORCA
Catalina Carrasco, directora de la compañía Baal, estrena mañana Baalconing, en la que se aproxima al fenómeno Magaluf. Nos lo ha contado…
Texto_OMAR KHAN Fotos_ELENA ROTGER
Madrid, 17 de junio de 2021
Para muchos jóvenes europeos, principalmente británicos de clase baja, hay un rito iniciático de los 18 años, cuando pasan a la edad adulta, que consiste en ir a Mallorca, básica y fundamentalmente a desmadrarse. Magaluf es el destino favorito en la isla para el llamado turismo de borrachera y la animada calle Punta Ballena el foco de una juerga que empieza con discoteca y baile aderezado con drogas alcohol, sexo, exceso y violencia, que en no pocas ocasiones tiene su punto culminante en el gran desafío, el balconing, que consiste en tirarse a la piscina desde el balcón del hotel.
El número de muertes por balconing, fenómeno típicamente mallorquín, es desorbitado, francamente alarmante. En los hospitales de la isla ya es una categoría y los tienen tipificados como los precipitados. Catalina Carrasco, coreógrafa y bailarina balear, directora de la compañía Baal, lleva tiempo analizando este fenómeno. “Es surrealista”, dice categórica. “La primera pregunta que te surge es ¿por qué gente que ha venido a pasárselo bien corre el riesgo de quedar tetrapléjico lanzándose a la piscina desde un balcón?”
Como ciudadana no tiene la respuesta y como artista tampoco pero su nueva coreografía Baalconing, que se estrena mañana 18 de junio, con función adicional el sábado, en el Teatro Principal, de Mallorca, quiere al menos invitar a la reflexión. “La escenografía no es un balcón”, advierte. “No es el balconing lo que quiero recrear. A mí como artista lo que siempre me ha movido son las personas, desentrañar porqué hacen lo que hacen”.
La motivación del precipitado
Carrasco tiene su propia teoría sobre los precipitados. “Yo creo que toda esta gente quiere sentirse libre, necesita romper las limitaciones de una sociedad que oprime, tiene necesidad de explotar y liberarse. El balconing es siempre el punto culminante de algo que empieza en la discoteca bailando, es una manera de experimentar la noche que va a llegar al clímax cuando te tiras por el balcón”.
Y de esa gente, de sus motivaciones y su decepción, sí que quiere hablar en Baalconing, que se desarrolla intencionadamente en una discoteca, dj incluido. Baal, personaje maldito de Bertold Brecht, le ha ayudado a articular la dramaturgia de su nueva creación. “Es un antihéroe que todo lo que toca lo destruye, que vive al límite la homosexualidad, el sexo, las drogas, el alcohol y la violencia”. Así define Carrasco al protagonista de Baal (1918), primera y poco conocida obra de Brecht escrita cuando tenía 20 años, que dibuja a un hombre desquiciado en conflicto con la vida y con el mundo, no tan alejado de cualquiera de estos jóvenes desdichados que se tiran por un balcón en Magaluf.
Con Baalconing, la compañía Baal prosigue su línea de trabajo habitual girando siempre alrededor de problemáticas que afectan y trastocan la vida del hombre contemporáneo. Crotch se centraba en la manera en que la sociedad mira (y juzga) a la comunidad LGTBI y aunque de apariencia futurista, su anterior creación Ginoide, ponía su acento en cómo la humanidad pierde terreno frente a las nuevas tecnologías, con la historia de un niño nacido de la unión de un humano y un androide.