RESPLANDOR EN EL FALLA
Sorprendieron anoche en el Festival Cádiz en Danza Damián Muñoz y Virginia García, de La intrusa, con It’s a wrap (Kubrick is dead). Allí estuvimos, así lo vimos…
Texto_OMAR KHAN Fotos_LOURDES DE VICENTE
Cádiz, 15 de junio de 2021
Un teléfono, rojo cómo no, suena. Al otro lado de la línea no está Moscú sino alguien que anuncia que Stanley Kubrick ha muerto. Cinco de sus emblemáticos personajes, perfecta y reconociblemente caracterizados, se quedan atónitos. Así empieza esta fantasía teatral y cinéfila que pese a los textos abundantes, el carácter pirandelliano de su propuesta y desarrollarse en un plató de cine, es de naturaleza inequívocamente coreográfica. Juega a ser teatro, finge que es cine, pero en realidad nunca sale de los modos, dramaturgia y estructura de la danza. Primer punto a favor para It’s a wrap (Kubrick is dead), la nueva pieza de Damián Muñoz y Virginia García para su compañía La intrusa, de Barcelona, que sorprendió anoche en el Gran Teatro Falla, en el marco del Festival Cádiz en Danza que se celebra en la capital gaditana hasta el domingo próximo.
Se encargan los autores de suministrar toda la información necesaria para que nadie se pierda en los laberintos de su danza, pero un cinéfilo siempre reconoce a otro, y no pasará por alto la enorme cantidad de detalles, referencias y referentes al mundo de Kubrick que hay en esta pieza extraña y subyugante, que delata fanatismo por el fallecido creador e intenta recomponer los conflictos múltiples de sus personajes ahora abandonados.
Tiene gracia que ante la circunstancia trágica, Álex, de La naranja mecánica, (interpretado por Miguel Zomas, bailarín estupendo al que le faltó un poco de maldad) quiera arrimarse a Coppola y reconvertirse en Don Corleone, así como ánimo reivindicativo parece tener el hecho (tristemente ficticio) de que la cándida Wendy (Virginia García), de El resplandor, se reconozca como víctima de violencia machista y, empoderada, se rebele y subleve contra Jack (estupendo Alexis Fernández, en un registro excesivo que encaja con su excesiva personalidad escénica) que, por muy poseído que esté, no deja de ser el maltratador que la aterroriza derribando la puerta con un hacha, en un buen golpe de efecto de la coreografía.
Profundidad psicológica
Muñoz y García llegan bien respaldados en esta nueva aventura por un equipo de bailarines enérgicos, veteranos y entregados. Con lo bueno y lo malo que eso puede tener, los coreógrafos se dan a la tarea de reconstruir y reinventar con ellos a unos personajes que ya han sido perfectamente dibujados por un cineasta que otorgaba gran profundidad psicológica a sus criaturas. Y en coherencia con lo que son, lo hacen desde la danza. Aciertan con casi todos, excepto quizá con el Hartman, de La chaqueta metálica (Helena Gispert), que no encaja tan bien en el conjunto ni ha sido tan bien desarrollado como Lolita (Carmen Fumero, en estado de gracia), Álex o Jack. A Virginia García como Wendy le toca un rol de narradora y guía, que a veces la aleja demasiado de su característico personaje.
Damián Muñoz se reserva para sí un personaje enigmático, un hombre verde, un invisible de efectos especiales, que es encarnación y representación misma del cine, vale decir la única posibilidad de existir que tienen estos personajes sin brújula. Podría ser también el espíritu burlón de Kubrick, huraño en vida, ocupado siempre de rodar y sin tiempo para la compasión ni la comprensión hacia sus retorcidos personajes ni los actores que los encarnaron.
Un poco excedida en su duración, It’s a wrap (Kubrick is dead) es atractiva coreografía cinéfila minuciosamente investigada, de potente empaque y buen hacer, acertada en los detalles e inteligente y sensible en la muy eficaz selección musical, que mantiene un aire de banda sonora. Es obra que sorprende con su verde estética de plató y su ingenio a la hora de darle continuidad (y salidas existenciales) a unos personajes fascinantes que ocupan primera fila en el inconsciente colectivo.
