REBELIÓN EN EL PALAU
Olga Pericet estrenó ayer con la compañía Marea Danza su versión femenina y reivindicativa de Rebelión en la Granja, de Orwell. Fuimos a verlo y esto nos pareció…
Texto_OMAR KHAN Fotos_JOSÉ JORDÁN
Valencia, 17 de abril de 2021
Rebelión en la granja (1945), de George Orwell, es una fábula que, en principio, quería ilustrar como si fuese un cuento infantil la corrupción y deriva autoritaria del comunismo ruso. No obstante ha pasado a ser ejemplar de las críticas al totalitarismo y toda forma de opresión, no solamente como literatura sino también en películas, obras teatrales e incluso discos (no olvidar ese prodigio que es Animals, obra conceptual de Pink Floyd, en los setenta). Ayer, en el marco del Festival Dansa València, fue el turno del flamenco.
La agrupación femenina valenciana Marea Danza subió peldaños en cuanto a producción, temperatura y potencia escénica con el estreno en el Palau de les Arts valenciano, de Rebelión, para la que convocó el talento de la reputada bailaora y coreógrafa Olga Pericet, que se ha llevado a Orwell al terreno actual de las luchas femeninas contra la explotación laboral, actualizando y redimensionando la crítica social ya presente en el original, con una coreografía de gallinas y castañuelas, longanizas y zapateados, que intenta aproximar al público familiar a una historia de reivindicación feminista y al mismo tiempo, y esto es importante, mostrarles el flamenco desde una óptica alejada de los estereotipos y carácter popular al que los más pequeños y más jóvenes seguramente le asocian.
Aceptar la propuesta del colectivo valenciano habla de la capacidad de riesgo y apertura de Pericet como creadora. Es un proyecto que la saca de sus coordenadas y la aleja de su universo habitual. Para una artista que monta principalmente solos para sí misma desde un flamenco personal, reivindicativo y deconstruido no debió ser fácil asumir las exigencias de un proyecto que le pedía una obra coral con un grupo ajeno, que fuese narrativa, hasta cierto punto humorística, y que estuviera dirigida a un público familiar.
No sale mal parada. En cuanto a la ejecución, no todas las bailaoras de Marea Danza están en capacidad de responder a las exigencias pero en conjunto saben defender con arrojo los momentos corales más destacados, siendo emocionante el de de la revolución mismamente que acaba con puño cerrado y agitando un jamón. Es también inteligente la solución de la rutinaria y agotadora jornada de las obreras responsables de la cadena de producción, resuelta desde las mesas con golpes, palmas y zapateados repetitivos.
Despliegue escénico
Lo narrativo es quizá excesivamente narrativo. Quiere tanto cerciorarse de que se entienda bien lo que cuenta, que incurre en un exceso de teatralización e información, donde sobra mucho texto y mucha ilustración. Lo coreográfico, no obstante, presenta cierto esquematismo, con una sucesión previsible de trío de gallinas buenas, dueto de cerdos malos, trío de perros esbirros, grupo de obreras explotadas…
El nivel de la producción en cuanto a escenografía, trajes, iluminación y recursos es verdaderamente muy alto, de muy buena factura y muy atractivo look. Tanto, que también se excede. Montar ese costoso (y sin duda llamativo y bien diseñado) local de comida rápida, el Rebel’s Burger, para la escena final, se antoja desproporcionado para lo poco que le queda por contar coreográfica y narrativamente.
Pero Rebelión es una propuesta que va a funcionar (y deslumbrar) a un público infantil y juvenil que a la salida se va a llevar no solamente el gusto que procura un espectáculo bien hecho y eficaz en sus soluciones sino también algunas ideas valiosas sobre el papel de la mujer obrera en la sociedad y del flamenco como arte de nuestro tiempo. No es poco…